No me importa si son siete u ocho estrellas, si se llama Ávila o Warairarepano, o si los gobierna la izquierda o la derecha, solo sé que ya no estoy ahí y lo echo de menos.
Me hace falta despertar viendo las noticias por la mañana, tomar café y comer arepas con mi familia -todo rápido porque llegamos tarde al trabajo. Me hace falta madrugar y calarme las colas, me hace falta escuchar a gente que hable mi acento y sentir que esté en Catia o Chacao estoy en «Caracas», en mi casa.
Echo de menos los piropos de los caballeros a las chicas guapas, y la gente que habla bonito y te pregunta la hora. Echo de menos poner la bandera los días patrios, ver el desfile por la tele y hacer quinielas para el Miss Venezuela.
Me hace falta escuchar gaitas, tomar ponche crema y poner el árbol casi desde noviembre porque en mi país la navidad siempre se adelanta. Me hace falta el calor humano, escuchar «el cañonazo» en la radio, las gaitas de protestas y ver caras conocidas de vez en cuando en cualquier calle de la ciudad.
Echo de menos a esa gente que va de calle en calle cantando villancicos, ver las competencias de nacimientos navideños y el árbol de la Plaza Altamira. Echo de menos lo bonito de hacer hallacas en familia, de comerme la masa cruda porque está muy buena y de la torta negra que nos regalaba la vecina.
Me haces falta Venezuela. No me importan las estrellas de tu bandera, solo quiero verla de vez en cuando por la calle y saber que estoy en casa.
Me haces falta Venezuela. No me importa el nombre de la montaña, solo quiere subirla los domingos para hacer ejercicios y desde arriba ver toda Caracas.
Me haces falta Venezuela, pero no me hacen falta tus políticos ni tus corruptos. Te quiero como cuando era pequeño, cuando vivía en el país más rico del mundo, el de las mujeres bellas, en el que se podía ir a Margarita, la perla del Caribe y soñabas con conocer el Salto Ángel.
Me haces falta Venezuela. Pero te dejé atrás antes de que se pusieran de moda fotos de pies que abandonan el arte de Cruz Díez. Espero que pronto pueda volverte a ver, sonreír al llegar y sentir que como siempre, eres mi hogar. Me haces falta Venezuela.
Verga pero que drama la vaina, aún no superan irse, fué una decisión propia de cada uno así sea por la crisis social tan arrecha que vivimos acá en Venezuela, por favor si necesita ayuda por la nostalgia vaya a un psicólogo, pareciera que los que se han ido, o es una moda o quieren que les tengan lástima extrema. Si quieres arepas, ya n casi todo el mundo las venden, si quieres playa pues entonces paga un pasaje a BORA BORA que se yo dejen su drama.
Lo verdaderamente lamentable no es el artículo -bien ridículo por cierto- sino este periodicucho que pareciera digido por la gente de la cadena capriles o por MHO. Por favor. Ponen este artículo que fue escrito seguramente por uno que se despertó del sueño de los nuevos migrantes venezolanos, donde nos decían que cualquier cosa es mejor que nuestro país. Conozco gente que se ha ido a vivir a distintos países, tanto en los EEUU (Miami especialmente), como en América Latina (Colombia, Panamá, Costa Rica, Brasil, Chile, Perú, etc.), el Caribe (Rep. Dominicana, Aruba, Curazao, etc.), Europa (España, Francia, Italia, Portugal, Inglaterra, Alemania, etc.) e incluso hasta Australia y qué casualidad, todos coinciden en lo costosa que es la vida en esos paraísos del primer mundo y en las nuevas naciones emergentes. Todos me cuentan con horror acerca del costo de la comida, el combustible, la luz, , la vivienda, los artículos de aseo personal, en fin, lo cara que es la vida en el primer mundo y lo esclavizante que es tener que TRABAJAR PARA VIVIR. Todos arrepentidos de haberse ido y todos con ganas de volver, aunque sea a comenzar de nuevo, pero en casa con nuestra gente. Si bien Venezuela no es -únicamente por culpa nuestra- el mejor país del mundo, tiene muchas cosas maravillosas y todavía se puede vivir con dignidad, si lo comparamos con la realidad social de todos esos países mencionados y no lo que nos cuentan en la prensa mayamera o en la patilla. Lo importante sería que este periódico opositor, si bien es un órgano de información del gobierno, deje de estar dándole cobertura a artículos y reflexiones que en nada suman a la construcción colectiva del país y dejando más bien que los muertos entierren a sus muertos. En los medios opositores no reseñan nada del gobierno, entonces por qué hacerle un favor a los sectores que no comulgan con el diálogo ni con las más mínimas normas de conviviencia republicana. Deberían sacar a toda la gente que administra y que redacta este periódico, El Correo del Orinoco es una creación de Chávez para mantener informado al pueblo revolucionario, no para apoyar al fascismo ni la guerra psicológica, de muy mala calidad por cierto.