Desde 2007 el Instituto Nacional de Estadística (INE) no ofrece cifras oficiales, sobre el trabajo infantil en Venezuela.
Ricardo Rodríguez tiene 13 de años y entra en la lista de trabajo infantil en Venezuela, sobre la que no se tiene una data oficial, pues desde 2007 no hay cifras del Instituto Nacional de Estadísticas (INE). El adolescente vive en el sector La Lorena, en Ciudad Bolívar. Todas las mañanas se traslada desde su casa hasta un pequeño restaurante cerca del aeropuerto.
Sus jefes le dan desayuno y les dan una que otra tarea, principalmente mandados, pagándole unos 8 mil bolívares semanales. A pesar de estar en una estadística no oficial de trabajo infantil, se diferencia de otro de su misma condición en que Ricardo no ha abandonado sus estudios. Incluso, jefes y otros trabajadores lo ayudan con sus tareas académicas en horas libres.
Pero no todos tienen la misma suerte que Ricardo y el trabajo infantil ha implicado la deserción escolar. En el semáforo de la Ruta I de Vista al Sol, en San Félix, Bolívar, se observan varios jóvenes entre 13 y 17 años.
Todos abandonaron sus estudios desde muy temprano, a lo mucho habrán culminado el sexto grado de primaria. ¿La razón? La necesidad de llevar dinero y comida a sus casas, otros hasta ya son «padres de familia», como ellos mismos se definen.
«Desde los nueve años trabajo en la calle limpiando vidrios de carros o vendiendo periódico. Lo hago por necesidad y porque soy padre de familia, tengo que trabajar para darle de comer a mi hijo», dice Alejando, de 16 años de edad, padre de un pequeño de un año y medio.
Deserción escolar
La deserción no solo se da en colegios públicos. Los aumentos en las matrículas escolares de las instituciones privadas redujo en 2016 la lista de alumnos hasta en un 50%, buscando escuelas con costos más bajos, llegando incluso a la necesidad de inscribir a los hijos o representados en públicos.
Educadores de varias instituciones privadas en Puerto Ordaz, quienes resguardan sus nombres, hacen hincapié en que los aumentos en las mensualidades están obligados por la creciente inflación en el país, consumiéndose netamente en pagos de sueldos y algunas áreas de mantenimiento.
«Algunos padres son comprensibles y saben que hay aumentos que son necesarios para que no baje la calidad educativa de sus hijos. Profesores mal pagados no querrán trabajar y si no hay clases, sus hijos se ven afectados, y tampoco es la idea», comentó una docente.
«Menor índice de trabajo infantil»
Pese a la realidad que vive el país, el secretario ejecutivo del Consejo Nacional de Derechos Humanos Larry Devoe, dijo recientemente que en Venezuela es reconocida por tener el menor índice de trabajo infantil en América Latina, recibiendo el reconocimiento internacional de organizaciones como el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
“Nosotros en Venezuela debemos sentirnos orgullosos porque somos considerados como uno de los países del continente con la menor tasa de trabajo infantil. Todo esto es gracias a las políticas que se han implementado en estos años. Unicef y la Cepal también han ubicado a Venezuela como uno de los países que posee el menor índice de trabajo infantil entre los países latinoamericanos”, reiteró.
Unicef menciona que «la búsqueda de estrategias alternativas por parte de las familias para enfrentar el deterioro de su situación familiar, así como la alta valoración que éstas dan a la educación, pudiesen estar entre las causas principales que explican el comportamiento de la actividad laboral y de la asistencia a la escuela de niños, niñas y adolescentes durante este período».