Las tradiciones venezolanas se modifican por la crisis económica, este año en Semana Santa comer pescado se ha convertido en un lujo que no todos pueden costear.
Un kilo de mero se consigue en Caracas en 6300 bolívares, «¿quién paga eso?», se preguntó Luis Andrade a las afueras de una pescadería en la Candelaria. Esperaba comprar sardinas, lo más económico. Explica que aunque es época de Semana Santa y comer pescado es la tradición, este año ha habido que hacer ciertos ajustes debido a la crisis económica.
«El pescado ahorita es un lujo», afirmó Rita Blanco con cara de asombro, cuando el vendedor le dijo cuanto debía pagar por su compra.
Una señora, acompañada de su esposo en una cola, comentó que para ella es muy importante seguir la tradición de comer pescado el Viernes Santo, por lo que, precavidamente, compró hace tres meses y lo guardó para esta Semana Santa.
«En vez de visitar las siete iglesias ahora en Semana Santa visitamos los siete supermercados», replicó un joven que también hacía cola para comprar comida.
Cuenta que solía hacer el recorrido conocidos como el de los siete templos con su familia, pero en esta oportunidad han decidido aprovechar el tiempo para buscar alimentos.
«La gente se quedó por la comida para conseguir la comida porque si no no hay nada», afirma una señora, al escucharla, la vecina la respalda y detalla voluntariamente su experiencia: «Tuve que pararme a las cinco de la mañana para venir a hacer esta cola cuando yo antes me iba de viaje», expresó molesta.
En las calles de Caracas no se siente el júbilo de los feriados ni la devoción y paz comunes en Semana Santa. «El pueblo tiene hambre, está cansado de hacer colas», gritan los ciudadanos bajo el sol.
«Esas neveras están peladas, no hay nada y el gobierno está ciego. Ya no aguantamos más», dice una señora mayor y confiesa que su petición este año a Dios es que haya una solución a la crisis que se vive en Venezuela.