La revolución bolivariana llegó a Ocumare de la Costa para acabar con la paz, tranquilidad y turismo en la localidad
La revolución bolivariana llegó a Ocumare de la Costa de Aragua para cambiar paradigmas. De un apacible pueblo costero con altos ingresos por concepto de turismo, se convirtió en el destino nada grato para los turistas que pasan trabajo en la localidad donde cada vez está más lejos el concepto de descanso.
Los paisajes de ensueño de Ocumare de la Costa comienzan a perderse en la desidia. La falta de atención gubernamental es evidente con la llegada de la revolución bolivariana. La merma en la afluencia de temporadistas es muestra de una realidad que se pretende tapar con un dedo: no hay recursos para el sano esparcimiento, pues en Venezuela se opta entre comer o vestirse, comer o divertirse, comer o subsistir.
Posaderos enfrentan la peor situación de los últimos tiempos. No hay turistas para albergar, aún y cuando agosto es temporada alta y por tradición, las calles de El Playón, Ocumare pueblo y Cuyagua permanecían repletas de vacacionistas.
La historia es otra. Ana Martínez, es el nombre ficticio de la dueña de una posada en Ocumare de la Costa. Pidió reserva de identidad por temor a represalias por parte de la alcaldía que no deja de cobrar tributos a pesar de los pésimos servicios públicos.
Las calles de el Playón permanecen deterioradas. El agua, hasta el momento de redactar el reportaje, tenía 7 días sin llegar por las tuberías. Según Ana Martínez, el logro de la revolución bolivariana es obligar a los posaderos a comprar camiones cisternas cuyo precio oscila los 12 mil bolívares.
Hoy a plena temporada alta, las calles lucen vacías ante la merma de visitantes. no solo las calles de Ocumare lucen vacías, es que las playas no cuentan con la cantidad de visitantes que por tradición colmaban la costa.
Ana tiene solo cinco habitaciones disponibles en su posada.Otras dos no están en funcionamiento porque los aires acondicionados no tienen gas y cada recarga le cuesta 25 mil bolívares. El precio de cada habitación es de 8 mil bolívares por noche, a lo que Martínez asegura que los ingresos no dan ni siquiera para mantener los servicios básicos. Solo tenía una habitación ocupada en plena temporada alta de vacaciones.
«Este ha sido el peor de todos los años He tenido pérdidas hasta del 1000 %. No solo tuve que aliminar el restaurant hace 3 años sino que además, tuve que dejar de poner jabón en los baños porque no se consigue, ahora el cliente debe traer su propio jabón. Esto es drástico y dramático lo que estamos viviendo», comentó la posadera.
La energía eléctrica se convirtió en el karma de los comerciantes de Ocumare de la Costa y uno de los factores que ahuyenta el turismo. Las constantes fallas se prolongan por días.
Habitar en Ocumare de la Costa y no poseer una planta eléctrica, es prácticamente misión imposible. Para las posadas la situación empeora, porque las plantas no alimentan aires acondicionados. Como consecuencia, empeora la calidad de servicio porque solo pueden ofrecer al turista ventiladores y zancudos porque la revolución bolivariana no se ha encargado de fumigar el municipio.
Al respecto, Carlos Durán, comerciante de la localidad, aseguró que carniceros y pescaderos suelen tener pérdidas ante las prolongadas fallas eléctricas. A pesar de que en los alrededores de la redoma de El Playón permanece dispuesto el lugar donde se crearía una subestación eléctrica que aseguraría el servicio en el municipio, la revolución bolivariana no termina de concretar la construcción.
El servicio llega a Ocumare de la Costa mediante tendido eléctrico que atraviesa el Parque Henri PIttier y la caída de ramas y árboles tumba las líneas cuya reparación sufre varias etapas como la detección de la falla y traslado del personal hasta el lugar, lo que prolonga las horas de oscuranas en el municipio costero.
A Ocumare no llega la comida
Ana Martínez aseguró que desde hace tres años debió suspender el servicio de restaurant en la posada.
“En Ocumare los materiales para trabajar un restaurant dentro de la posada, sencllamente no se consiguen, además de que en este pueblo gracias a las becas que tienen los pobladores por parte del gobierno, simplemente no quieren trabajar. Además aquí no hay comida, es demasiada la inversión que se hace en la compra de alimentos a bachaqueros”.
Ana asegura que en Ocumare hay hambre, en efecto, niños pululan la panadería de sector Palmarejo donde le piden un pan a los compradores para poder llenar estómagos.
Las bolsas del Clap no llegan. Son muy pocas y no satisfacen la demanda de la población. En efecto, a mediados de julio habitantes de Cuyagua tomaron la alcaldía para protestar por falta de comida. Aseguraron irregularidades en el sistema de distribución, pero además denunciaron el estado de la carretera que no ha recibido atención por parte del Gobierno. En Cuyagua no hay transporte público y un solo camión sirve para trasladar pasajeros, hacer mudanzas y funge hasta de ambulancia, denunció Carlos Osta, habitante de la comunidad.
En Ocumare los precios de los productos de primera necesidad no distan mucho de la realidad país: un kilo de azúcar 3.500 bolívares, la harina de maíz en 2500 bolívares el paquete, al igual que el kilo de arroz y la pasta en 2800 bolívares.
Otras protestas se han registrado en la localidad por falta de comida, de manera que han cerrado el acceso a la población de Ocumare, pero hasta ahora la realidad se mantiene. Las bolsas de comida no llegan a la población.
“El alcalde José Manuel Lira dice que hay prioridades para justificar la entrega de las pocas bolsas de comida, nuestra pregunta es: ¿hay venezolanos de primera y de segunda o es que algunos venezolanos tienen derecho a comer y otros no?”, preguntó Ana Martínez.
Inseguridad termina de espantar el turismo
En Ocumare de la Costa la revolución bolivariana dejó enquistar la inseguridad ante la falta de políticas para evitar la delincuencia. La inseguridad junto a la falta de recurso monetario para invertir en la diversión familiar, determina un panorama caótico en Ocumare de la Costa. Sus playas lucen con pocos visitantes.
Paseos o caminatas nocturnas por las calles de El Playón desaparecieron, dijo Ana Martínez, porque cada quien se “guarda” en su casa ante los ataques de antisociales que roban a transeúntes.
La situación empeoró al punto que secuestros de comerciantes se han registrado en el municipio turístico. El último de ellos con saldo lamentable.
El último suceso se registró durante la mañana del viernes 26 en el sector los “Los Coditos”, de la carretera que conduce a Ocumare de la Costa. Allí localizaron el cadáver de José Rafael Guerrero, conocido como “El Gordo”, propietario de una reconocida licorería en el pueblo de Ocumare.
Autoridades informaron que el hombre fue sometido el domingo 21 de agosto por siete delincuentes que lo abordaron cuando llegaba a su residencia en el sector Las Ánimas, luego de compartir una fiesta. Los sujetos obligaron a la víctima a entrar a su inmueble y sometieron al resto de familia. Aparte de cargar con la mayoría de los enseres del hogar y despojar a los residentes de siete teléfonos móviles, también se llevaron las cámaras y equipo de vigilancia para no ser identificados por los organismos de investigación. También sometieron a Guerrero a quien se llevaron como rehén.
Funcionarios de la División Nacional contra Extorsión y Secuestro, Base Central en el estado Aragua, iniciaron las averiguaciones. Lograron la detención de uno de los implicados quien finalmente confesó el crimen de “El Gordo” e informó que el cadáver fue arrojado por un barranco de la carretera. En efecto allí lo localizaron a unos 25 metros de profundidad. Tres tiros le segaron la vida.
La familia Guerrero ya había vivido similar situación en diciembre de 2015 cuando, de igual manera, delincuentes se llevaron a un hermano menor de José Rafael y hasta ahora no ha sido localizado.