Los supermercados no tienen un surtido regular, la escasez es enorme en los comercios de San Antonio del Táchira, frontera con Colombia, lo que lleva al cierre de muchos establecimiento de comida, algunos siguen en pie porque repagan lo que requieren o tienen “buenos contactos”.
“Mi negocio me lo está dotando la Polar”, afirmó el dueño de un establecimiento de comida en la ciudad fronteriza de San Antonio del Táchira. Su local estaba muy concurrido esa mañana, es uno de los pocos que trabaja con regularidad, otros comercios similares han cerrado en la frontera con Colombia porque no se consiguen alimentos para comprar, procesar y vender a su clientela.
Pide no ser fotografiado, porque como a la mayoría en la frontera, los invade el temor de sufrir alguna represalia por parte de la gran cantidad de integrantes de los cuerpos de seguridad en la ciudad, desde que cerraron el puente internacional el 21 de agosto, por disposición directa del presidente de la República, Nicolás Maduro.
En el restaurante se venden pasteles, empanadas, arepas, jugos y café, productos que no son de sencilla elaboración por la dificultad que se tiene de conseguir estos rubros en el Táchira, especialmente en la zona limítrofe.
Él asegura que lo surten de harina, mayonesa y otros productos básicos directamente de la Polar. También dice que las ventas de su negocio han bajado un poco por la situación económica, pero como es de los pocos que sigue abierto ofreciendo lo mismo de siempre, eso marca diferencias entre el público que saben que en el lugar pueden desayunar de manera regular, afirma.
“Pagamos de más”
Más adelante, por una de las avenidas principales de la fronteriza ciudad de San Antonio, una venta de jugos naturales y frutas también continúa operando, la encargada del local dice que habla bajo reserva de su identidad.
“Aquí tenemos frutas, menos que antes, es muy difícil traerlas desde Colombia o San Cristóbal hasta aquí, claro que se puede, pero pagamos de más o hay que tirarle algo a la Guardia, siempre detienen a los transportistas de frutas así traigan todos sus papeles en regla”.
El caso de Chaw no tiene presente feliz, su negocio cerró hace dos semanas; un café que tenía en sociedad.
“Se nos hizo muy difícil comprar los alimentos, la ganancia casi nula y el trabajo aumentó el triple. La ganancia mala porque debes pagar todo con mucho precio de más y cuando pones un sandwichs con los costos reales, la gente no compra porque no le alcanza su dinero”.
Dice el comerciante de procedencia asiática, que el trabajo se multiplicaba porque antes podían ir y hacer las compras diarias en dos o tres horas, con la escasez debía comprar casi todo en el mercado negro y brincar de un lugar a otro. Hacer colas en los supermercados cuando llega para la venta, no es funcional, porque asegura que ese tiempo era para trabajar y venden racionado. “No sirve tener negocios aquí, eso no se puede ya”.