El racionamiento eléctrico choca con el tiempo que los ciudadanos disponen para hacer sus diligencias.
“A casi todos los lugares que voy a hacer una diligencia, no hay luz, y tengo que esperar a que llegue, así sea en los centros comerciales porque abren a las 12 del mediodía”, dice Virginia Salas, una guayanesa que junto a otros ciudadanos esperaba la apertura del Centro Ciudad Alta Vista II en Puerto Ordaz, afectado también por el racionamiento eléctrico.
Los guayaneses deben ajustar sus actividades diarias según el racionamiento eléctrico y no es tan fácil como pudiera pensarse, pues los cortes de luz por cuatro horas diarias son rotativos durante la semana, y si bien usted se sepa de memoria el cronograma correspondiente a su bloque, debe saber si el lugar al cual se dirige tendrá luz.
Unos esperan pacientemente, casi resignados a la situación, otros se quejan de la pérdida de tiempo, el resto toma acciones, así como lo hizo Gerardo Roca.
“Tenía que hacer una diligencia en Macro Centro, pero no me acordaba que abre al mediodía. Aproveché que no había luz y me fui a firmar al toldo que estaba al frente”, dijo Roca, otro de los tantos que firmaron para la solicitud del referendo revocatorio contra el presidente Nicolás Maduro.
¿A dónde se va el resto de los guayaneses? A hacer colas. Si bien el racionamiento eléctrico ha afectado a establecimientos de comida por los cortes de luz, dañándoles equipos y alimentos, los ciudadanos acuden con la esperanza de encontrar alguno de los productos regulados.
En efecto, los consigue, pero otros no tienen tanta suerte y solo les queda ver los estantes prácticamente vacíos, o llenos pero no de los artículos de primera necesidad.
En Unare, previo al corte de luz de la tarde, dijeron que venderían harina en establecimiento de Puerto Ordaz, aunque se fue la luz, las aglomeraciones seguían a las afueras, nadie se iba porque su objetivo era comprar, la única limitante era la compra solo con efectivo, pues sin electricidad tampoco hay punto de venta.