El pueblo protesta y a ellos se les impidió acercarse al presidente Maduro, quien de traje formal se paseó por Maracay, junto a miembros del tren ejecutivo y ni caso prestaron al clamor de la gente.
De punta en blanco, así como se pasean los miembros de las altas esferas de la revolución en Maracay junto al presidente Nicolás Maduro. Reinaugurar la majestuosidad del Teatro de la Opera de Maracay le quitó brillo al poder popular, el mismo pueblo que protestaba por vivienda y medicamentos y al que se le impidió el acceso a unos 150 metros del lugar donde estaba el primer mandatario nacional.
Allí estaban hombres, mujeres y niños; cada uno con sus necesidades que no distan mucho de la necesidad macro de unos 30 millones de habitantes. Aguardaban con sus cartas en mano, las mismas en las que cifraron todas sus esperanzas y que redactaron la noche anterior confiados de que llegarían al Presidente obrero, al conductor de autobús, al Presidente del pueblo que llegó de saco y corbata porque el evento era formal. Allí sobraba el pueblo, no había espacio y ese pueblo que no estaba entaconado, no conoce de trajes largos y que no usa corbata, quedó retenido en la avenida Bermúdez con calle Páez de Maracay.
“Si nosotros escogimos a Maduro, tiene que darnos respuesta”
Funcionarios de la Policía de Aragua se encargaron de vigilar que el grupo de personas no tuviera acceso a la calle Páez. Todos los alrededores estaban tomados por los diferentes organismos de seguridad del Estado. Casa Militar, Guardia Nacional, Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalísticas (Cicpc) y Dirección de Inteligencia Mililtar (DIM) y Policía de Aragua.
El descontento invadió al grupo y poco a poco se caldeaban los ánimos. Querían irrumpir por la fuerza, pero a pesar de las necesidades que tenían, privó el civismo.
“¡Vivienda, necesitamos vivienda, queremos pasar a hablar con el Presidente y no nos dejan!”, se escuchaba de la voz de Esquel Garrido, una mujer desesperada por un techo digno.
“Si nosotros escogimos a Maduro, tiene que darnos respuesta”.
Intentos infructuosos
De nada valió la espera ni los lamentos. De nada valió el trasnocho colocando la esperanza en cada letra para la carta al Presidente, confiados en que recibirían una respuesta. “En Aragua hay muchos problemas de viviendas, somos muchos quienes esperamos una adjudicación y nunca hay respuesta, si nosotros escogimos a Maduro tiene que atendernos, nosotros no estamos buscando política sino que nos ayude”, dijo Yolimar Acacio quien condenó los 9 años en espera de una casa, luchando a las puertas del Instituto Nacional de la Vivienda (Inavi).
Cayó la noche y nunca hubo el acostumbrado personal que recoge las cartas que le hace llegar al Presidente. Esta vez solo hubo espacio para la formalidad, aquella que no va de la mano con la necesidad del pueblo. Allí quedaron las cartas, ahogadas en necesidad.