Las diferentes crisis que estamos viviendo, nos hace cada vez mas impotente al no recibir alivio a nuestras carencias, por eso tan poco animo a la hora de despejar para pensar, y ahora lo que nos faltaba, las absurdas medidas anunciadas la semana pasada por el zote de InMaduro (con la I mayúscula, sí, efectivamente).
Pan para hoy, hambre para mañana
Con el aumento del salario mínimo (este es el pan que ellos dan, la verdad que es exiguo), tratan de llenar temporalmente las manos a los trabajadores para que haya una conjeturada tranquilidad, que por supuesto, será transitoria. Esa subida salarial, es a mi parecer, una solución engañosa, porque en pocos meses, ese mismo implemento se irá a las arcas del gobierno con las nuevas UT y el pago de impuestos, lo que quiere decir, que el pueblo, queda casi con menos dinero de lo que estaba ganando, ya que, el que tenia salario mínimo no estaba obligado a pagar impuestos y en el 2017, tendrá que hacerlo.
El empresario privado, que es quien tiene que pagar los nuevos salarios (otro que también sufre la pesadilla del zaino de Miraflores), tendrá que subir los precios o hacer peripecias para mantener los puestos de trabajo de sus empleados, pagar el seguro social (que no funciona), el IVA (bájate de la mula), ISLR (hazme un cariñito), etc. ¿Y realmente quién paga todo esto? Al final de la historia, termina pagando el mismo pendejo al que se le aumento el sueldo, es decir el pobre venezolano que saca fuerzas para vivir en una verdadera decadencia existencial (vaya circulo vicioso).
En cuanto a los funcionarios públicos (no hablo de altos funcionarios, me refiero a los que día a día están trabajando de verdad), ya los hemos visto, la mayoría en las redes sociales (y en las redes de mafiosos que los amenazan con dejarlos sin el chivo y sin el mecate), los maestros, médicos, enfermeras, electricistas, constructores, obreros, etc., reclamando por su salario, porque les pagan cuando hay presupuesto (suena raro, sí, pero es que en este gobierno, los trabajadores no están dentro del presupuesto).
A parte de la incertidumbre de si cobrarán o no, tienen que soportar insultos y vejaciones en el trabajo por preguntar ¿Qué ha pasado con mi quincena?, ya que, se ha dado el caso de pasar dos meses sin gozar de su remuneración, la que legítimamente le corresponde, porque el gobierno no tiene liquidez. Esto trae como consecuencia, que tienen que pedir prestado para poder afrontar las responsabilidades en sus hogares, y desde luego, les tocara pasar por la misma situación que todos los que estamos en el grupo ¡Por ahora! de los pendejos.
El pueblo nuevamente al paredón
Como no tiene bastante con sus nefastas ideas, se le ocurre subir la gasolina, a estas alturas y con la grave crisis económica del país ¿Aumentas la gasolina?. No sé, si es que no incluyeron a alguien con cerebro cerca del descerebrado de Miraflores (se que es difícil estar cerca de un ser como ese, pero ¿en los alrededores tampoco hay nadie, que por lo menos le haga un dibujo de cómo se hacen las cosas bien?).
Aumentar la gasolina es igual a decir aumento de todos los poquísimos productos y servicios que se encuentran. ¿Cómo se mueve el país?, por transporte terrestre, aéreo (ahora muy escasamente) y marítimo (sí, esta casi nulo, para no decir en extinción). Esta acción lo que hace es impulsar la inflación, acrecentar el detrimento de la vida del venezolano y vaciar una vez más el tan golpeado bolsillo del pueblo.
Otro trapiche más a las familias venezolanas. No es de extrañarnos que las colas sean aun mas largas, que se encuentren menos productos, que el ausentismo en el trabajo sea mayor, que las enfermedades aumenten, que la desnutrición llegue a niveles desmesurados, y todo esto ocasionado por medidas ineficaces que hacen que el país retroceda cuando debería avanzar.
En definitiva, por todo lo que hemos visto, oído, vivido y las sorpresas que nos llevamos cada semana, nuevamente, le recomiendo al mega equipo hecatombe de Miraflores que renuncien, que es tiempo de que suelten las riendas, porque ya se han fundido el motor. Venezuela no es un autobús y mucho menos su gente borrego, agarren sus maletas y váyanse con la poca dignidad que les quede, aunque, que les quede claro, siempre vivirán, hasta el día de su muerte, con el pensamiento de millones de venezolanos, señalándolos como la peor peste y desgracia que le pudo acontecer a nuestro maravilloso país.