Berenice Cáceres es una de los tantos venezolanos a quienes los Clap no los benefician. Sus días transcurren en el hambre.
Berenice Cáceres, es una de las tantas madre venezolanas que debido a la gran crisis económica, desabastecimiento de alimentos y altos costos no puede vivir un día tranquila, asevera que los Clap, plan que ejecuta el Gobierno nacional para presuntamente acabar con la grave situación presente en los supermercados debido al desabastecimiento, no le llegan, pues el consejo comunal de su localidad al sur de Maracaibo nunca la ha tomado en cuenta.
“No, a mí no me llegan los Clap y mis hijas pasan hambre”
“Yo estoy muy mal, y mis hijas peor, no tenemos nada que comer, a veces me ha tocado pedir como hoy para darles una chicha, y eso ya será hasta que vuelva a conseguir dinero…, antes los vecinos me ayudaban pero ya no, ya casi nadie ayuda porque todo está caro”, sentencia Berenice visiblemente afectada por el hambre.
Berenice manifiesta que a veces el hambre llega por la puerta de su casa y se queda instalado hasta por tres días seguidos. Precisa que apenas un poco de hielo es lo que se ha llevado a su estómago para engañarlo.
“Yo trabajaba limpiando en una casa de familia, pero los dueños se fueron del país hace dos meses y desde ese tiempo para acá ha sido difícil, no he conseguido más trabajo, no puedo lavar ajeno porque ni siquiera me llega agua a la casa…, a veces consigo 500 bolívares por recoger un monte o limpiar un frente pero eso no me alcanza, no sé qué hacer”, manifiesta Berenice.
Para Berenice no es una opción irse del país como sus antiguos jefes, pues no cuenta con los recursos suficientes ni siquiera para comer, lamenta haber interrumpido la educación de sus pequeñas las cuales no puede enviar a una escuela por la misma situación; ella solo pide un trabajo en el cual poder desempeñarse para lograr recobrar la estabilidad que tenía antes de caer en la mendicidad.