Los niños no escapan del deterioro en la calidad de vida en Venezuela. Hacen colas con sus padres para adquirir alimentos y productos básicos.
La crisis económica en Venezuela afecta incluso a los niños, quienes ven cómo el estilo de vida de sus padres ha cambiado drásticamente sin que haya otra solución para ellos más allá de adaptarse a lo que ocurre en su alrededor.
No sufren únicamente por la evidente falta de productos necesarios para su correcta alimentación y crecimiento, la escasez de medicinas también complica el panorama, pero incluso su desarrollo como individuos y educación se ven afectados. Sociólogos han advertido que hay casos alarmantes de infantes que dejan de asistir al colegio por hacer colas para comprar artículos con sus padres.
Una madre soltera consultada en una cola en Caracas explicó con su niño en brazos que no tiene dónde dejarlo mientras intenta comprar productos. «No me gusta tener que traerlo para acá porque no solo es incómodo para mí, sino para él», lamentó e indicó que no tiene otra opción. En su casa solo cuenta con el apoyo de su madre, pero no siempre está disponible para salir por ella y las restricciones de compra por número de cédula restringen aún más el campo de acción.
En otra cola, en un automercado en La Florida, donde vendían harina de maíz, llama la atención la gran cantidad de niños que allí se encuentran vestidos con uniformes escolares. Algunos juegan en la calle, otros esperan pacientemente e incluso se puede observar a unos varios durmiendo en los brazos de sus representantes. «Uno está aquí porque los fuimos a buscar al colegio y en eso vimos que iban a sacar harina Juana. Nos tuvimos que venir corriendo directo», comenta una señora en el lugar.
Algunos de los niños se quejan y les piden a los padres retirarse del lugar, pero estos hacen caso omiso y les explican la situación. «Sin harina, no hay arepa. Ya vamos a llegar», le dice una madre a su hija.
Representantes del Centro Comunitario de Aprendizaje (Cecodap) advirtieron que en las charlas escolares este es un nuevo tema de conversación: la angustia que genera en los niños el que los padres estén siempre en la búsqueda de algún producto y cuando este es infructuosa muchas veces desencadena malestar y agresiones verbales en la familia.
Los niños comienzan a darse cuenta de manera intuitiva cómo funciona la situación. Lo que solía ser una petición común de compra de dulces de un hijo hacia su madre ahora se adereza con el componente de la crisis. «Mami, esto, anda, que tampoco se consigue», le dice una niña de aproximadamente 7 años a su mamá intentando que le compre un paquete de galletas.
Marianella Rodríguez, psicóloga infantil, señala que los problemas que viven los padres son inmediatamente transferidos a los hijos, pero advierte que la crisis económica actual está comenzando a causar estragos más profundos en los niños.
«Todas las clases se ven afectadas, en diferente medida, por supuesto, pero todos sufren algún padecimiento respecto a la crisis. Hay restricciones que causan frustraciones y, sobre todo, muchas preguntas sin respuesta para los más pequeños», comenta.
Advierte que las consecuencias se verán luego reflejadas en adolescentes que podrían resultar inseguros y en algunos casos hasta violentos.
Aunque, en teoría, los niños no pueden comprar productos regulados con su número de cédula, no se encuentra estipulado hasta el momento en ninguna legislación. Algunos ven esto con buenos ojos y aseguran que puede contribuir a disminuir la presencia de menores en las colas, pero otros padres argumentan que los niños también consumen, por lo que deberían permitirles hacer compras a los representantes con la cédula del infante.