Aunque muchos utilizan los mototaxis para moverse con mayor rapidez en la capital, otros aseguran que solo son un medio para la delincuencia.
El congestionamiento vehicular ha dado vida a un modo alternativo de transporte en Caracas: los mototaxis. Aunque son la solución para quienes necesitan rapidez, los ciudadanos se quejan de que constantemente son víctimas de la delincuencia mientras utilizan el servicio.
Rosamary Trujillo es estudiante y todos los días utiliza el transporte público, su predilecto es el metro, pues “es barato y rápido”. Los mototaxis los deja para casos de emergencia, pues considera que son «bien inseguros».
Xiomara Morillo cuenta que a su hija un policía “la bajó” de un mototaxi porque el conductor estaba solicitado.
“Muchos son malandros, buscadores de problemas”, dice René Flores.
Flores, quien se desempeña como taxista en una empresa privada, cuenta que desde la ventana de su vehículo, a diario ve más de 15 robos en moto.
Robos sobre ruedas
Aunque no existen cifras oficiales al respecto, extraoficialmente se conoció que en el año 2010, más de 2.700 hurtos en Caracas se hicieron a bordo de motocicletas.
María Villamizar, una joven de 30 años de edad, explica que aunque se mueve en su vehículo particular no ha podido librarse de la delincuencia. Un día estaba en una cola y un motorizado le tocó la puerta del carro con una pistola y la obligó a entregarle su celular.
«Es la única vez que me han robado y lo peor es que vi como el tipo robó a todos los carros que estaba delante de mí. Me dio muchísima impotencia. Y eso pasa en Caracas todos los días y a cada rato».
Por uno pagan todos
«No todos los mototaxistas son malandros, pero casi todos los malandros andan en motos«, afirma Villamizar. De allí viene el estigma. Edgar Suárez, mototaxista en la cooperativa La Previsora en el centro de la ciudad, dice que una de las cosas que más le molestan es que la gente ve a los motorizados “con mala cara” y asegura, con un periódico en la mano, que los medios de comunicación se han encargado de divulgar una mala imagen de los trabajadores de las motos.
“No puede ser que se la pasen diciendo que todos somos malandros (…) Hay unos que sí, la mayoría, pero no todos, entonces por uno pagan todos”, concluye.