Al igual que muchos otros venezolanos que se censaron en la “Gran Misión Vivienda Venezuela”, para obtener al menos un lugar donde vivir, se encuentra Yuly Narváez, quien entre paredes sin terminar, un techo que se filtra al llover y salas sanitarias incompletas, vive en angustia día a día en Maracaibo, estado Zulia.
Narváez relató que en agosto del año 2012, justo antes de las elecciones presidenciales en las que resultó reelecto el fallecido Hugo Chávez, fue visitada por representantes de la Misión Vivienda, quienes le dieron un plazo de tres días, para derrumbar su anterior hogar, prometiéndole optar por uno que supuestamente le traería mayor confort y que éste, sería culminado en dos meses como máximo de tiempo.
Con martillo y pico en cada mano, ayudó a derrumbar las cuatro paredes que la vieron crecer; pidió asilo por esos dos meses en el cuartucho de la casa de uno de sus vecinos, para guardar sus pocos artefactos eléctricos y enseres, y pasar las siguientes sesenta noches. Pero el tiempo pasó, el plazo se venció y con él sus sueños.
La construcción que se atrasaba día a día, intempestivamente se paralizó y con apenas un techo y piso en gris, la señora Narváez tuvo que habitar la casa inconclusa, porque la adrenalina electoral ya había pasado, pero ella no tenía adonde ir: “Allá estuve mientras se suponía que terminaban, pero ya no podía seguir arrimada, ya eso era abusar”.
Durante casi tres años le fueron llevando partes de la casa para que ella misma la fuese armando cual rompecabezas, sin ningún tipo de asesoría de obra civil, entre puertas rotas, ventadas desniveladas con vidrios rajados, comenzó con sus propias manos a buscar las formas de terminar su hogar. “Me traían cada cierto tiempo las cosas para que yo la terminara, pero el detalle es que yo no soy albañil, de esto no sé, yo sólo soy ama de casa” dijo la señora Narváez.
Ella asegura que al llover parte de su techo filtra el agua a las paredes, además que tuvo que pagar para que le cedieran un cable de electricidad, pues ni siquiera el sistema eléctrico instalaron; conexión que distribuye la energía a las habitaciones a través de varias extensiones.
Entre los adelantos que ella con el esfuerzo de su propio bolsillo ha hecho es comprar la pintura para revestir de un poco de color lo gris de las paredes, comprar la sala sanitaria y tuberías de aguas negras para atender sus necesidades, pues hasta hace poco su baño era un descampado en el patio de su casa.
Mientras cocina en un mesón improvisado, que forma parte del trabajo incumplido, manifestó que le gustaría ver su casa terminada antes de la navidad. Reveló que aún aguarda la esperanza de que la Misión Vivienda Venezuela dé la cara y le concluyan su hogar, pues no tiene dinero con qué continuar, ante el alto costo de materiales de construcción y confesó, que al igual que otros no se ha atrevido a denunciar formalmente la situación en la institución correspondiente por miedo a represalias.
Las promesas de mejoras en la calidad de vida de Yuly Narváez, siguen turbadas cuando hoy, después de tres años de ver caer su casa, aún no ve su sueño concluir, y es que al igual que muchas de los hogares que prometió el gobierno venezolano, este es otro de los miles incumplidos.