Tibisay Marino, tiene 4 hijos. En enero dos se le van del país y desde ya siente que la despedida en el aeropuerto será como el dolor de una madre que entierra a sus hijos.
Ella era chavista, trabaja en una empresa de producción social del Gobierno venezolano dedicada al proceso de reciclaje, en la cual está de reposo por secuelas del trabajo que hacía en el vertedero de basura El Limoncito ubicado en la capital del Estado Miranda. Hoy por estar de reposo solo cobra el 33 por ciento del sueldo mínimo, vale decir menos de 5 mil bolívares al mes.
“Estuve apoyando a Chávez hasta que murió. Y después a Maduro. Pero me di cuenta que es un ignorante, incapacitado, una persona que ha hecho un desastre, el desastre total y todavía dice que no estamos pasando hambre, que Venezuela no necesita ayuda de afuera”.
“No ve la gente. Yo estoy cansada de ver desde mi casa a la gente recogiendo comida de la basura. Veo la Feria Socialista de Pescado, y veo que a después de las 12 del medio día la gente recoge las sobras de pescado para llevársela para su casa.”
Sus hijos se irán en busca de futuro
Para poder sobrevivir Tibisay vende pollos en la calle. Tiene responsabilidad con tres de sus cuatro hijos, pues la mayor ya es independiente “aunque va y viene”. Tiene que cubrir la matrícula de una universidad privada en la que se encuentra el mayor de los varones, próximo a graduarse de periodista pero quien ya le informó que tomó la decisión de irse a España en el mes de enero. No culminará sus estudios.
La mayor de sus hijas le informó que también se marcha del país, ella se va a República Dominicana.
“Mi hijo me dice que no puede trabajar aquí, que él quiere futuro. Y ¿qué puede hacer si se casa?. ¿Se viene a vivir conmigo? Y ¿si tiene un hijo? ¿Nos ponemos todos a bachaquear pañales?. Yo soñaba con que mis hijos estuviesen conmigo y ver a mis nietos, pero en enero se me van dos. Qué triste debe ser cuando te matan un hijo… el dolor que sientes, pero es igual que el dolor que voy a sentir cuando los despida en el aeropuerto.”
La pena por la próxima partida se ve interrumpida por un cliente y también por la necesidad de generar el dinero necesario para cubrir la matrícula de su hija menor que estudia en una escuela privada y a la que aún no le ha comprado uniformes, ni zapatos ni lista de útiles escolares.
“¿Por qué paga, porque que la educación pública no es lo que yo quiero para mis hijos, faltan profesores, hay niños con pistolas o vendiendo drogas, no digo que en las privadas es todo bien. Pero por lo menos hay profesores”.