La esperanza de conseguir algo de comida está intensificando las colas en Venezuela. En los supermercados del Zulia, algunas dan la vuelta a la manzana.
Las incesantes colas en Venezuela producto del desabastecimiento que se vive, no parecen tener fin, algo que también ocurre con la inflación. Comprar «lo que hay» al momento de entrar en un supermercado se ha hecho necesario. El temor a no volver a encontrar el producto hace que la gente adquiera lo primero que ve en el anaquel.
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La suerte llegó a un establecimiento comercial al norte de la ciudad de Maracaibo en forma de harina y mantequilla, producidas por la tan atacada y amenazada Empresas Polar, donde quienes estaban a la espera pudieron adquirirlas por unos mínimos instantes. Afuera del establecimiento el calor apretada pero no importaba, el hambre podía más en los cientos de zulianos que esperaban ingresar al supermercado.
Entre los cientos de zulianos en cola estaba Ingrid Lugo, quien asegura que no consigue harina regulada desde hace más de un mes y que la última vez que sus manos amasaron el producto, fue para hacer unos pequeños rollos de masa porque ni un pedazo de queso había en su despensa.
“Mi hija compró en la tienda, la pagó a 400 bolívares y ese día lo único que pude hacer fueron bollitos, porque no tenía nada que echarle, era eso o era comer pan solo y hay que pensar con inteligencia, la harina dura más”.
Ingrid contaba cada minuto que pasaba en la cola, estaba allí desde la mañana, pero jamás pudo entrar al establecimiento porque a unos escasos 70 puestos, los trabajadores anunciaron que ya se había acabado la harina y con ella las ganas de Ingrid de volver a preparar sus bollitos.
Entre un lamento acompañado de una sonrisa de impotencia dejó escapar una expresión de por qué, que reflejaba su cansancio y las penurias por la que debe pasar cada venezolano ante la escasez de alimentos. Se marchó con las manos vacías, pero con la esperanza de conseguir lo que tanto busca al día siguiente.