Detrás de la inseguridad en Venezuela están las madres de los delincuentes que entre lágrimas enfrentan esta realidad.
La inseguridad en Venezuela tiene protagonistas; algunos de ellos apenas atraviesan la pubertad mientras otros ya se consolidan como líderes de las principales bandas criminales del país. Detrás de ellos también hay una familia, pero sobre todo mujeres, que hoy sufren por ser madres de estos ciudadanos que decidieron tomar otro camino.
El corazón de cada una de estas madres aún aguarda el anhelo y la esperanza de que sus hijos sean hombres de bien y que se conviertan en el motor que las ayude a seguir adelante. Pero las circunstancias de la vida, para ellas, fueron otras y algunos de sus hijos no parecieron entenderlo, porque desde pequeños desafiaron los principios del hogar y decidieron soltar un lápiz para tomar un revolver con el que hoy apuntan y disparan contra la cabeza de sus víctimas.
Progenitoras del delito
Dentro de ese cúmulo de mujeres que hoy viven desoladas al saber que sus hijos están detrás de la inseguridad en Venezuela se encuentra Betty Vásquez, a quien llamaremos de esa forma para proteger su identidad. Ella tiene 62 años de edad, y reside en una popular barriada al norte de Maracaibo. Betty manifiesta que de los cuatro hijos que tuvo sólo dos viven, pues los otros murieron en enfrentamientos de bandas a las que pertenecían. Actualmente su preocupación se centra en el último de sus cuatro hijos, pues este a sus 20 años ya está recluido en un retén de Maracaibo.
“No es fácil, en las noches no puedo dormir, porque sé que en algún momento me lo van a matar como a los otros”
“Yo tenía la esperanza de que no agarraría malos pasos, pero se me descarriló”, manifiesta Betty con resignación.
Esta madre asegura que dos veces por semana visita a su hijo en el Centro de Arrestos y Detenciones Preventivos El Marite, al oeste de Maracaibo, y confiesa que ve con dolor como su hijo no declina en su posición delincuencial.
“Allí él se está envenenando más la mente, sé que si estuviese afuera estaría haciendo daño, pero él solo robó, no mató a nadie…, cada vez que sé que hay un motín o un traslado se me pone el corazón chiquito porque podrá ser un ladrón, pero es mi hijo”, acentúa Betty.
Betty asegura que trató de darle lo mejor a sus cuatro hijos, pero es madre soltera, por lo que cuando sus hijos crecían no podía estar al pendiente de todo porque debía trabajar para poder comer. Precisa que su tercer hijo actualmente vive con otros familiares en Mérida, donde cursa una carrera universitaria y en quien ve la esperanza de salir adelante.
Desbordaba en lágrimas dice que todas las noches ora para que su hijo salga de la cárcel y que trasforme su ser, para volver a ser la familia que un día fue.
“Mi hijo es un sicario”
Clara Ordoñez, a quien también protegeremos su identidad, es otra de las madres que viven el calvario de tener a un hijo delincuente, ella manifiesta con pesar que uno de sus hijos ejecutó robos menores desde sus 19 años y que progresivamente fue avanzando en su vida delincuencial hasta convertirse en un sicario.
“Hay cosas que una como madre no puede aceptar”
Ordoñez asegura que en reiteradas oportunidades su hijo estuvo preso, hasta que un día no pudo más y decidió pedirle que se fuera de la casa: “Yo sabía en lo que él andaba, porque una vez atracó en un bus en el que venía uno de sus primos y me lo dijo, cuando me enteré lo senté para hablar de eso, pero me lo negó y se perdió por unos días, cuando regresó lo sentencié, le dije que si no iba a estudiar que buscara un trabajo, sino que se fuese de la casa y se fue”, manifiesta Ordoñez.
Asegura que desde aquel entonces ha visto a su hijo en cuatro oportunidades, y que solo sabe algo de él cuando los mismos vecinos comentan algo: “Dicen que mi hijo es un sicario, yo lo sé, mi corazón de madre no me engaña, me desespera pensar en lo que pueda estar haciendo, porque yo no traje al mundo un hijo pa’ que fuese un asesino y sé que tarde o temprano lo van a matar”.
Mientras los días transcurren Clara vive con uno de sus nietos, asegura que deposita todo el cariño de madre para que este no forme parte de la inseguridad en Venezuela, además de no repetir los errores, que entre lágrimas confiesa, haber cometido con su hijo.