Antes de la revolución, Anzoátegui llegó a tener avances económicos, pero luego de la nacionalización de la industria petrolera, lejos de desarrollarse, se ha empobrecido.
Hacia finales de los 90, el estado Anzoátegui vivió un momento estelar en su historia: ser protagonista del boom internacional de la industria petrolera, con un rol trascendental, al contar con el Condominio Industrial José Antonio Anzoátegui, donde serían construidos los mejoradores del crudo extrapesado procedente de la Faja Petrolífera del Orinoco, por parte de las llamadas empresas de la Apertura Petrolera.
Estas empresas encargadas de ejecutar la construcción del complejo refinador eran Cerro Nagro, hoy Petromonagas, Sincor que pasó a ser Petrocedeño, Ameriven llamada Petropiar, Sinovensa que pasó a ser petrolera Sinovensa y Petrozuata, ahora Petroanzoátegui.
Hubo en el estado grandes expectativas y la construcción del complejo mejorador de crudo extrapesado de la Faja del Orinoco convirtió a Anzoátegui en un punto de convergencia de hombres llegados de todas partes del país y del mundo, atraídos por la industria petrolera.
La ejecución de los refinadores de crudo extrapesado vigorizó el empleo que llegó a tener picos récord en la historia del estado, se dinamizó así la industria de la construcción, el sector ferretero, maderero, el comercio y de servicios, impulsados por una actividad pujante.
La industria petrolera comienza a ser vista como la panacea para la solución de todos los problemas y aunque no fue así, al menos era un motor de la economía.
Pero la ilusión duró poco, a partir de 2005, se emprenden acciones para recuperar la Faja Petrolífera del Orinoco, que inicia con el incremento del pago de las regalías del 1% al 16%, que luego se establece en 33,3% para las empresas mixtas o de la Apertura Petrolera. La cartas estaban echadas.
Ya para el 26 de febrero de 2007, se decreta la Ley 5.200, que instituye la nacionalización de la Faja, con lo que el Estado asume la mayoría accionaria de las compañías internacionales y se inicia un proceso de cambios que según expertos, han llevado al declive de la industria petrolera y al empobrecimiento de Venezuela, que a pesar de contar con las reservas de hidrocarburos más grandes del planeta, calculadas en 1.4 billones de barriles, padece hoy una crisis humanitaria, donde falta hasta lo más esencial.
Reedición de Casas Muertas
Sin dejar de reconocer que junto a las fortalezas, también las debilidades estaban presentes antes de la nacionalización, el diputado a la Asamblea Nacional y periodista Omar González Moreno, afirma que la industria petrolera se ha ido a pique, al convertirse en la caja chica de un Gobierno derrochador.
Refiere que en el caso específico de Anzoátegui, los pueblos ubicados hacia el área sur, son idénticos a Ortiz, localidad del estado Guárico, en la que el escritor venezolano, Miguel Otero Silva recrea su novela Casas Muertas. Un pueblo fantasmal, sumido en la miseria la pobreza y el olvido.
El parlamentario señala que al igual que en la obra del insigne escritor barcelonés, el ciudadano de a pie en las comunidades petroleras en este momento, contempla con decepción la actividad de las macollas desde donde se extrae el petróleo que sale del país y cuya venta en dólares, no se traduce en beneficio alguno para él y su familia.
“Anteriormente existía por parte de las Asociaciones Estratégicas el compromiso de compensar a la sociedad por los daños causados, la contaminación, la depredación, llamado el DAO (Dirección para el Desarrollo Armónico de Oriente), donde se disponían recursos procedentes de la actividad petrolera para obras a favor de las comunidades donde operaban, pero todo eso quedó en proyecto, hoy lo que tenemos es una población mayor, con muchas necesidades insatisfechas y grandes problemas de contaminación».
Desde la perspectiva de González Moreno, solo con un nuevo gobierno se podrá establecer un marco legal claro, confiable que atraiga la inversión extranjera, permitiendo un cambio en la situación que hoy vive el país y la entidad como parte de él.
“La inversión extranjera podrá volver a apuntalar la industria petrolera nacional, Venezuela podrá ver el resurgimiento de su industria petrolera, pero con otro gobierno”.
Trabajadores rechazan bozal de arepas
Por otra parte y sin in pretender dar mayor crédito a la frase de que todo tiempo pasado fue mejor, Alejandro Rojas, quien laboró como ingeniero metalúrgico para algunas de las empresas de las asociaciones estratégicas, asegura que la situación que hoy vive la principal industria del país y sus trabajadores, en nada se parece a lo que hubo a finales de los noventa y principios del 2000. En su caso específico, está dedicado a un negocio familiar.
“Aquí lo que tenemos ahorita es ruina, hambre, desempleo y una clase trabajadora a la que se le impuso un bozal de arepas, mientras los sindicatos gobierneros negocian en detrimento del sector laboral”.
Refiere que antes de la nacionalización de la industria, la mayoría de los profesionales y técnicos tenían como meta llegar a Pdvsa o a cualquiera de las empresas del sector, porque eran las que mejor remuneraban a sus trabajadores, amén aportes en materia de seguridad social.
“Había la posibilidad de crecimiento en cuanto a conocimiento, bien a través de las instituciones existentes en el país como el Centro de Investigación, Educación y Desarrollo (CIED) o de cursos en el exterior ganados por meritocracia, hoy ni se habla de eso”.
El testimonio de Rojas, coincide con lo dicho por José Bodas, secretario general de la Federación Unitaria de Trabajadores del Petróleo de Venezuela FUTPV, quien afirma que técnicos e ingenieros de la industria petrolera en la entidad, están presentando sus renuncias ante el deterioro del ingreso y falta de seguridad.
Según el dirigente laboral, ya los trabajadores ni siquiera cuentan con el seguro Sicoprosa, otrora uno de los mejores, pero que al igual que otros beneficios, han desaparecido, porque a su juicio, la industria petrolera se está cayendo a pedazos.