Desde sufrir la xenofobia hasta lograr ejercer su profesión forman parte de las historias de venezolanos en el exterior.
Yennifer se fue hace un año de Venezuela con todos sus papeles registrados, legalizados y apostillados. Estuvo un año preparándose para su salida y ser una de los miles de venezolanos en el exterior. Su destino escogido fue México. No tenía una oferta de trabajo, pero al tiempo logró ingresar al campo laboral. El éxito no pareció su mejor momento, pues víctima de la xenofobia.
De sus mismos compañeros de trabajo -según relata de manera anónima para El Correo del Orinoco.com- venía todo tipo de complicaciones, retrasarle el trabajo, negarle información y hasta quitarle el saludo. Habían sus muy importantes excepciones y pronto cambió de trabajo, ejerciendo su profesión.
«No es fácil, te ven como el enemigo, como la que le quieres quitar el trabajo, y eso que cuando llegué no se veía tanto el problema de xenofobia que ahora se ve con los venezolanos en el exterior«, señala Yennifer.
Rosalba también emigró del país hace un año con destino a Chile, siendo madre soltera de una niña de apenas seis meses de nacida. Llegó a casa de una prima, pero pronto terminó viviendo sola porque esta regresaba a Venezuela por problemas familiares. El choque cultural en la sociedad fue parte de sus primeras experiencias.
«Siento que la sociedad es muy machista, me han visto como a la mujer que el marido abandonó con una hija o me han dado a entender que acá es ser malo ser madre soltera, que necesito un hombre que vele por mi, y la verdad es que el papá de la niña se hace cargo de ella y nosotros nos separamos en buenos términos», agrega Rosalba.
Es educadora de profesión, pero actualmente se dedica a ser niñera. Su jefa le permite trabajar junto a su hija, lo que en parte le ha facilitado su estadía.
Vivir cómodamente
Anyelis y Franco llevan seis años de casados. Ella tiene una hija de 15 años de su primer matrimonio, él no tenía hijos cuando conoció a su esposa. En Venezuela siempre retrasaron sus intenciones de procrear por la situación económica hasta que decidieron emigrar hace casi tres años a Chile.
«No sé si es suerte, pero fuimos con la mentalidad de ir a vivir mejor. En pocos meses teníamos cierta estabilidad, reunimos y compramos un apartamento y carro. Fue cuando dijimos que ahora sí podíamos pensar en un hijo de los dos», contó.
Hoy tienen a un pequeño de tres meses de nacido.
Katherine, por su parte, vive en Argentina y trabaja en una tienda de ropa, pues aunque es ingeniero, es del grupo de venezolanos en el exterior sin papeles legalizados y apostillados para ser validados fuera del país. Asegura que gana bien, como para pagar la renta de la residencia en la que vive con su novio, como para comer, pero vive al día, no le da chance de ahorrar.
Para Juan Carlos que vive en Ecuador, tampoco ha sido fácil, pero insiste que aún es mejor que vivir en Venezuela ante la inseguridad, falta de comida y medicamentos, con esto último es su preocupación en visto de lo caro.
«Acá se consiguen las medicinas, pero son caras y no tengo beneficios de salud pública porque no tengo papeles, pero no he sufrido las necesidades que hoy mis padres viven en Venezuela. Yo desde acá por lo menos los puedo ayudar con algo», señala Juan Carlos.
Estas son algunas de las historias de venezolanos en el exterior, quienes decidieron irse con el sueño de regresar a su país, pero que en vista de la cada más insostenible situación en Venezuela, sus familiares también emprenden vuelo a otros países.