fenomeno el niñoEl fenómeno El Niño no tiene la culpa de la escasez de agua sino la falta de políticas públicas del gobierno nacional.

Echarle la culpa al fenómeno El Niño de la escasez de agua en el país, es un juego en el mensaje del gobierno nacional que se excusa en el fenómeno natural para tapar una realidad de políticas pública equivocadas. El crecimiento poblacional en los últimos 17 años se ubicó en nueve millones de habitantes, pero se perdió el ritmo en la construcción de embalses, pues desde 1959 hasta 1998 se construyeron en el país 83 reservorios de agua, sin embargo, desde 1999 hasta hoy solo hubo una ampliación de embalse en El Diluvio (Maracaibo) y se terminó la terminal hidroeléctrica Caruachi.

Eduardo Páez Pumar, miembro del Colegio de Ingenieros de Venezuela (CIV) y secretario general de la Asociación Integral de Políticas Públicas (Aipop), aseguró que los efectos del fenómeno El Niño cada cuatro años son predecibles y en base a ello, debieron diseñarse políticas para aminorar los estragos. Contó que desde 1950 se estudia el fenómeno desde la Universidad de Columbia y Centro de Predicciones de la Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA, por sus siglas en inglés), de manera que los países puedan enfrentar la sequía y lluvias mediante la construcción de embalses.

La inversión en infraestructura garantiza la continuidad en la operatividad del país.

Para el ingeniero civil experto en el área, debió mantenerse en los últimos 17 años la tendencia ascendente en construcción de embalses, pues muchos de ellos construidos para almacenar agua para consumo humano y riego, solo quedaron para administrar el líquido a la población que creció.

Como ejemplo Páez Pumar citó que el sistema Tuy IV y el embalse de Cuira, ambos en Miranda, fueron paralizados desde el 98 hasta el 2010 y solo de este último se reiniciaron los trabajos hace seis años cuando debieron concluir en el 2004.

Consumo y riego: no abastecen

El 60% del agua que consumen los habitantes de Caracas procede del embalse de Camatagua, que inicialmente se diseñó para el riego de 10 mil hectáreas al sur de Aragua, dijo Páez Pumar.

Esto deja desabastecidas las tierras del sur de Aragua, pero también afecta a Calabozo, pues el río Guárico, afluente del embalse de Camatagua, continúa aguas abajo para el embalse de Calabozo que quedó seco como se registró en los años 2003 y 2010. Los canales de riego para la entidad llanera son para una demanda de 60 mil hectáreas y la situación se repite en todos los embalses del país de doble uso, para riego y consumo humano. En consecuencia, la producción agroalimentaria se ve seriamente afectada.

El secretario general de la Asociación Integral de Políticas Públicas (Aipop), sostuvo que de los 107 embalses que se encuentran en el país, diez están a punto de perder su vida útil como Matícora, en Falcón. Falta de atención produjo que hoy esté azolvado y agrava la situación con respecto a la escasez de agua.
Falta de agua y electricidad afecta producción de alimentos

“La responsabilidad no es de El Niño, es falta en las políticas públicas”, insistió Páez Pumar. Dijo que este es el fenómeno más fuerte desde 1950 por lo que estados como Zulia, Falcón, Carabobo (Puerto Cabello), Vargas, Sucre y Nueva Esparta están en estado crítico.

No solo la falta de agua afecta a la población y la producción sino también al sistema eléctrico, pues está en juego el 35 % de la generación eléctrica del país, porcentaje que representan los 5 mil megavatios que se generan en el Guri que hoy ha bajado 22 metros de nivel para ubicarse a solo 4,80 metros de la cota de emergencia.