Una realidad conocida a voces es la que viven los estudiantes venezolanos de quienes se espera que den la cara en las protestas pero también que cumplan con su compromiso de estudiar.
Los estudiantes venezolanos siguen dando la cara por el país y con el pasar del tiempo cada vez se hacen más pesados estos 84 días de protesta pues siguen doliendo cada uno de los asesinados en tan solo tres meses. Sin embargo, entre tantos sentimientos encontrados no deja de estar presente la fe, la esperanza y las ganas de rescatar el país que de alguna forma algunos ya sienten que les escapa entre los dedos entre estudiar o marchar.
Humberto Oropeza, estudiante de Comunicación Social de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) cuenta que siente dolor y tristeza.»Me siento herido al ver todo lo que está pasando en el país. Muchas personas no son tan dolientes como otros sí lo somos, se acostumbran a que sea una rutina las actividades de calle. Tres o cuatro días a la semana de protesta y al día siguiente siguen con su rutina como si la muerte de alguien el día anterior no hubiese pasado», afirma.
El joven manifiesta que a pesar de todo tiene mucha esperanza y fe, él solo quiere lo mejor para su país y tiene la certeza de que los venezolanos lo puedan lograr
«Estoy tan afectado con lo que estoy viviendo que realmente no le doy tanta importancia a la universidad porque me parece que es algo que puedo dejar para después y no voy a perder, por el contrario, a Venezuela sí la puedo perder. Mi vida en este momento es un 80% Venezuela, 10% mi familia y el otro 10% para la universidad».
Por su parte, Héctor Clemente, estudiante de Derecho de la Universidad Central de Venezuela (UCV) confiesa que se siente decepcionado al ver la situación con respecto a la sociedad y al evaluar todo lo que se ha perdido, el ambiente de país, la economía, la democracia y los Derechos Humanos. Admite que solo ha marchado dos veces y ha enfocado su tiempo en estudiar desde que empezó el movimiento de calle.
«Cuando voy a las marchas siento que pierdo el tiempo y pudiera estar en mi casa siendo más productivo formándome o mejorando como persona. Entiendo que es necesario protestar y apoyo a los que lo hacen».
Verónica Rodríguez, una estudiante de Educación de la Universidad Monte Ávila manifiesta estar desorientada y con muchos sentimientos encontrados; unas veces se quiere ir del país y otras veces se quiere quedar y seguir luchando.
Sobre la respuesta de las universidades
Humberto revela estar satisfecho con la forma en la que la UCAB se pronunciado y actuado frente a la coyuntura del país.
«La Católica no ha callado ni ha permitido que la censuren, se hacen asambleas, debates y el Movimiento Estudiantil (ME) siempre está presente en las protestas».
No obstante, lamenta que hay cosas que se han olvidado o dejado de lado situaciones como la detención del profesor Sergio Contreras. En su momento la universidad rechazó la aprehensión pero advierte que no se habla del hecho de que el profesor esté en una celda y no en un aula de clases.
«Es imposible para mi centrarme en una materia cuando sé que la UNIMET siempre va a tener un pupitre vacío, el de Juan Pernalete. No puedo evitar pensar que mañana puede ser la persona que tengo al lado, mi mejor amigo o incluso yo»
Agradece el esfuerzo que han hecho los profesores por dar clases por internet aunque insiste en que no que es la mejor respuesta que su casa de estudios ha podido dar. «Estudiar así es muy difícil pero es lo que la situación nos permite…, la dinámica de las clases cambió y el no ver a mis profesores se me dificulta estudiar, pero no me restringe de hacerlo en casa. Asumí que esta es una lucha que se aborda o preparándose o marchando pero no es para perder el tiempo».
Para Verónica, la Universidad Monte Ávila ha reaccionado de manera adecuada a la crisis; sostiene que la universidad es el espacio indicado para el debate y el diálogo por lo cual no debe cerrar sus puertas.
«Mi rendimiento académico ha sido terrible, no me gusta ver las clases en casa porque el tiempo se me va muy rápido y me cuesta enfocarme ya que mis amigos están en las calles. Definitivamente no es lo mismo que asistir a la universidad. No sé cómo hacen las personas que salen a las marchas durante todo el día”