Los días para la recreación y el sano disfrute pasaron a ser recuerdos, la escasez en Venezuela cambió los patrones de la familia.
Atrás quedaron los momentos en los que las familias de este país, independientemente de su condición social, dedicaban los días libres llámese fin de semana o día de júbilo no laborable al sano esparcimiento, paseos a la playa o al simple compartir. Ahora la escasez en Venezuela, ha convertido las colas en la única distracción del venezolano común.
Basta con introducirse unos minutos en esta especie de vorágine, en la que convergen almas de todo tipo de humanos, para constatar de acuerdo a lo que hablan, que la búsqueda de comida no les deja tiempo para más nada.
Migdalis es una joven de 17 años, la misma edad de la revolución. Fue abordada en una cola para comprar pañales con su pequeño hijo de 5 meses a quien llevaba en brazos y amamantaba para tratar de calmarlo. «Así se pone siempre, porque lo fastidia el sol y la pura teta no lo llena, vive con hambre», detalla.
Ante la interrogante de por qué no lo deja al cuidado de alguien mientras acude a comprar los pañales, responde que en su casa no queda nadie, porque todos salen muy temprano a «cazar»algo para comer durante la semana subraya para acotar que la escasez en Venezuela es cada día más pronunciada.
«Si no hacemos así no comemos, porque por ahí el alcalde y el gobernador están vendiendo bolsas de comida y las llevan a las casas, pero eso no alcanza para nada y de paso se las entregan a quienes les da la gana, en eso manda el consejo comunal y su gente cercana» apunta.
Playas vacías, colas repletas
Este lunes decretado como no laborable, la población de la zona norte de Anzoátegui se volcó a la calle en busca de alimentos. Otrora un puente largo como el autorizado por el jefe de Estado, era aprovechado por la población para llenar las playas y colmar sitios de recreación como los ríos y el emblemático paseo Colón de Puerto La Cruz, hoy denominado por los revolucionarios paseos de la Cruz y el Mar. Sin embargo, lo único que estuvo repleto de gente, fueron las adyacencias de los automercados.
Es común ver a familias completas portar sillas plegables, sombrillas y hasta cavas, lo que denominan el kid de las colas, para pasar las horas que sean necesarias y proveerse el alimento cada vez más escaso.
«Aquí nos acabaron con la distracción, éste gobierno no tiene perdón de Dios, lo lamentable es que nuestro hijos están creciendo en un ambiente de precariedad y de violencia terrible, porque ésto aunque ellos no lo crean es una forma de violencia contra los niños», Gregorio Salazar, un hombre de 73 años, quien dijo estar cansado de tanta humillación y maltrato.