La escasez en Venezuela ha generado que por el desespero muchos de los venezolanos hurguen entre la basura para comer desechos.
La escasez en Venezuela se recrudece cada vez más, pues el acentuado desabastecimiento de alimentos, crisis económica y social están cada día retumbando en los millones de hogares de los venezolanos, quienes denuncian que pasan horas y horas en la cola de un supermercado a la espera muchas veces nada.
“La colas sabrosas” de Jacqueline Farías y “En Venezuela no hay crisis humanitaria, me hago responsable de eso” de Delcy Rodríguez, son algunas de las desproporcionadas frases que dejan al descubierto la negativa por parte de los representantes del gobierno nacional en aceptar que, la revolución dejó una gran escasez en Venezuela, luego de ser uno de los países con mayor producción.
Luisana Melo, ministra de Salud, aseguró ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que la pobreza general disminuyó de 28,9%, en 1998, a 19,7% en 2016, pues señaló que la pobreza extrema bajó de 10.8% en 1998, a casi 5% en 2016, sin embargo ante los ojos de todos y debido a la grave escasez de alimentos la realidad es otra.
El hambre se hizo viral
La grave situación que atraviesa Venezuela es ampliamente conocida por el mundo, pues días atrás, algunas imágenes le dieron la vuelta a las redes sociales del país, debido a su contenido en el cual se aprecia a gente de diferentes clases sociales meter sus manos en la basura para poder alimentarse, desde ese entonces el hambre se ha vuelto viral.
En el caso del estado Zulia la zona más concurrida por personas en situación de calle es el Casco histórico de Maracaibo específicamente a los vertederos de los mercados populares, sin embargo, la presencia de personas pertenecientes a otros estatus también se está haciendo común últimamente.
Estos manifiestan que los desechos de las carnicerías como huesos y algunas veces pellejos pueden ser utilizados para calmar el hambre. Aseguran que no siempre consiguen comida en los diferentes supermercados y otras tantas no cuentan con dinero para pagar los altos costos de los productos, por lo que ven un vertedero o una bolsa de basura como un restaurante.
“Hay hambre, no tenemos que comer…, da miedo comer las sobra…, los huesos los lavamos bien y hacemos una sopa y si le queda un poquito de carne a lo que se consiga también se prepara”, manifiesta Eneida Atencio, habitante de Maracaibo.
En pleno núcleo urbanístico de Maracaibo y a pocos metros de la sede del Partido Socialista Unido de Venezuela, una pareja hurgaba entre los desechos de un lujoso edificio, con las manos dentro de las bolsas y con sus miradas incesantes ligaban conseguir algo con lo que calmar el reclamo de su estómago por unos minutos.
“A veces se consiguen frutas, pedacitos de hamburguesa, plátanos que ya se pasaron de tiempo…, lo que sea es bueno para comer…, no me da pena, no estoy robando”, exclamaba la mujer.
A la cantidad de personas afectadas por la grave escasez en Venezuela se encuentra el señor Hamilton Guerra, él asegura que hasta el año pasado se desempeñaba como vigilante de un estacionamiento, perdió el trabajo y se ha dedicado a la recolección de latas vacías de refrescos y botellas para vender, manifiesta que muchas veces se va a la cama sin comer pues debe colaborar con lo poco que gana a diario en ayudar a su madre enferma.
“Limpio un patio, corto grama y boto basura, con eso me ayudo…, llevo semanas comiendo mango, hoy me encontré tres, porque ya la temporada de mangos está pasando, y estos no están muy duros los agarré del piso…, a veces me regalan una mandarina, y hasta un café”, sentencia Guerra.
Mientras la escasez en Venezuela continua ascendiendo, desde el Gobierno nacional sólo se habla de profundizar la revolución, y paralelamente las familias venezolanas siguen empobreciéndose diariamente y con cifras alarmantes de desnutrición en todas las edades.