La escasez de alimentos y la falta de recursos no deja que niños vayan a la escuela también deben encontrar algo para comer.
La escasez de alimentos en Venezuela muestra la cara más deprimente de un país donde el derecho constitucional a la alimentación no existe, mucho menos a la escolaridad consagrado en la Ley Orgánica de Protección al Niño, Niña y Adolescente.
Yondeiker Márquez y David Orozco son vecinos. Apenas tienen 13 y 10 años, respectivamente. Habitan en un deprimido sector de Mariara, municipio diego Ibarra de Carabobo, pero todos los santos días de manera religiosa en vez de ir a la escuela, acuden al Mercado Principal de Maracay.
La escasez de alimentos en sus hogares choca de frente con la «Patria» que tanto profesa el Gobierno, por eso, en una adaptación criolla de “Los Juegos del Hambre”, salen todos los días al ruedo de la miseria que se conjuga con las moscas y olores nauseabundos, porque allí está la sobrevivencia.
Mientras un kilo de carne de res alcanzó los 3 mil bolívares en el Mercado Principal, la escasez de alimentos sigue en la calle, allí, frente al centro de abastecimiento popular, van Yondeiker y David a buscar el alimento diario que a golpe de mediodía, desechan en la basura los comerciantes.
En esta oportunidad, las bolsas negras expedían fuerte olor que impactaba a los transeúntes y las moscas revoloteaban en el lugar. Eso no hizo mella en el niño y el adolescente, porque más importante es llevar algo de comida para alimentar a su núcleo familiar.
Yondeiker poco mira a los ojos, esconde la mirada como si se sintiera culpable de lo que la patria lo obliga a hacer. Tiene cinco hermanos y no tiene papá. Vive cerca del Estadio de Mariara, “por ahí pa’ arriba”, comentó mientras asegura que su mamá sale todos los días al Mercal para hacer cola y tocar con suerte de encontrar algo para darle de comer a sus hijos.
La escasez de alimentos tocó fuerte su humilde hogar, por eso debió paralizar los estudios de primer año de bachillerato para asumir, desde su corta edad, un papel que de ninguna manera le corresponde, pero la patria no le deja otra opción. Es eso, o el hambre se lleva a sus hermanos.
“Todos los días venimos a buscar comida, lo mejor que nos hemos encontrado son chuletas, eso si es sabroso. Hoy encontramos pescado, hay bastante, pero hay que escogerlos. Hay unos enteros y otros que ya estaban cortados”, comentó Yondeiker desde su inocencia, un tono de voz suave mientras continuaba esquivando la mirada.
David es más pequeño, asegura que está en 5to grado de educación primaria pero tiene mucho tiempo que no va a la escuela. Dejó de estudiar porque no tiene zapatos para ir al colegio y es que la escasez de alimentos va de la mano con la total escasez de recursos económicos en su casa. Portaba unas sandalias de plástico que lucían al menos tres tallas más de la que calza.
M.R.: ¿Y desde cuando dejaste de ir a la escuela?
D.O: – uuuuufff, si me pongo a sacar cuenta de los días nos llega mañana, es que no tengo zapatos. ¿Usted no tiene unos zapatos que me regale para ver si voy otra vez a la escuela?
Con David son siete hermanos. Mientras relataba una parte de su vida, no dejaba de cumplir su misión: seguir en la búsqueda del tesoro que encontraron hoy entre la basura y que sería el almuerzo cuando llegaran a su casa, por lo menos, pasadas las 4:00 de la tarde. Dijo que el hermano mayor estudia, pero el resto no puede y sus dos hermanos menores, una hembra y un varón, no pueden dedicarse a buscar comida entre tanta escasez de alimentos.
Un trabajador del Mercado Principal dio fe de que los niños acuden a diario al centro de abastecimiento a buscar comida entre la basura.
“Eso es todos los días, da dolor, pero hable con ellos, pregúntele… ellos son dóciles, esos niños son rescatables antes de que la calle los transforme. Al igual que ellos, también viene una mujer joven, embarazada, como con tres niñitas que también buscan entre los desechos del mercado y se la pasan pidiendo para comer”, dijo el hombre desde el anonimato.
Así está la situación de escasez de alimentos en la patria de Bolívar que afortunadamente dona toneladas de comida como asistencia humanitaria a países que enfrentan una crítica situación como consecuencia de fenómenos naturales.