Ante la escasez de alimentos los propietarios de las ventas de comida rápida de Maracaibo ya no hallan qué hacer para poder seguir trabajando.
Pérdida de dinero y de clientes han tenido los propietarios de las ventas de comida de la ciudad de Maracaibo, pues ante la escasez de alimentos deben restringir la variedad del menú para ofrecer sólo de dos a tres platillos por día.
Algunos de los dueños de estos pequeños restaurantes aseguran que los proveedores ya no les están suministrando las cantidades de alimentos requeridas, pues el traslado de estos rubros cada vez se hace más delicado, debido a las diversas alcabalas dispuestas en las principales arterias viales de esa ciudad, en las que les exigen a los distribuidores las guías de movilización. La escasez de alimentos es acuciante.
Aseguran que deben hacer cola, junto a sus familiares, en los diferentes supermercados y, así comprar los rubros para elaborar el menú. Alida Atencio, estableció en su hogar una venta de comida a la parrilla y asegura que desde hace meses atrás tuvo que dejar de ofrecerle carnes a sus clientes, por los altos costos pero que ahora, que sólo vende pollos, la situación se complicó por la casi inexistencia de este producto en el mercado:
“Yo dejé de vender carne a la parrilla desde hace rato, porque cada semana aumentaban el precio, por ende yo también tenía que hacerlo, pero con la complicación de que no te pueden ver con más 10 de diez productos iguales porque de una paran y te tildan de bachaquero, preferí quedarme nada más con los pollos porque tenía facilidad de encontrarlo, pero ya no”.
Atencio manifestó que en las empresas distribuidoras no le venden al mayor a quienes no presenten el registro de comercio de sus locales, por lo que ha tenido que establecer contactos en diversas carnicerías y charcuterías, para poder adquirir el pollo, ya que este rubro es el más demandado en su negocio, debido a la escasez del mismo:
“Lo que más se vende es pollo, porque no se consigue…, a diario vendía entre 40 a 50 parillas de pollo, pero ahora sólo 100 a la semana”.
Nancy Arteaga trabaja en un pequeño restaurante de almuerzos ejecutivos, aseguró que el número de clientes bajó considerablemente en los últimos meses, pues tuvo que cobrar el doble por platillo, ya que debe comprar los alimentos con sobreprecio para poder seguir laborando:
“Un kilo de arroz me lo venden en Bs. 500, de ahí me salen solamente tres platos, a eso hay que sumarle el contorno, el gasto de verduras, las salsas y jugos…, antes atendía diariamente a 150 personas, ahora sólo 60…, porque tampoco hay mucho que ofrecer”.