Escasez de alimentos en Venezuela propicia proliferación de familias que buscan la comida del día entre bolsas de basura.
La escasez de alimentos en Venezuela es alarmante. Para muestra, la proliferación de hombres, mujeres y niños que deben buscar entre la basura la comida del día. Ya no se trata de ciudadanos en condición de calle que hurgan entre desechos algo que le permita llenar el estómago, ahora son madres, padres de familia que en el desespero aguardan a diario a las puertas de los mercados populares la hora del cierre y por consiguiente, las bolsas con la basura del día, porque allí está “la papa diaria”.
No hay moscas que valgan ni cuentos de camino. La escasez de alimentos en Venezuela quitó hasta la vergüenza y buscar entre la basura a la vista de todos los maracayeros, se convirtió en rutina porque la necesidad tiene cara de perro y a los hijos no se les puede dejar morir de hambre.
Hurgar entre la basura no solo va en franco ascenso, sino que la escasez de alimentos en Venezuela y los elevadísimos precios de las proteínas que se convirtieron en inalcanzables para cualquier bolsillo, obliga a otra realidad: el cambio en los hábitos de alimentación y con ello, la proliferación de recetas para preparar las comidas con lo que se tenga al alcance.
Carapachos y pellejos de carne y pollo aumentan en ventas
Lo que antes era desecho en cualquier carnicería, es ahora buscado por el pueblo y esperado con tantas ansias que hasta se hacen colas para su compra.
José Oliveira lleva más de 30 años como carnicero en uno de los mercados populares de Maracay. El establecimiento es regido por Mercados de Girardot, una de las empresas adscritas a la Alcaldía de Girardot, de esas bolivarianas, roja rojita. Allí no hay carne regulada desde hace al menos 2 años porque ni siquiera el ejecutivo municipal la garantiza.
Oliveira aseguró que a diario y a primera hora llegan muchos clientes a la espera de que les venda pellejos de carne o pollo, además de carapachos. La demanda aumenta los fines de semana.
“Antes eso se botaba, era desperdicio, ahora se vende. Cuesta 700 bolívares el kilo. La gente dice que es para los perros pero uno sabe bien que eso no es así, es que les da vergüenza decir que es lo único que pueden comer”, comentó Oliveira.
El kilo de carne ya está en 4.500 bolívares aunque en Providencia Administrativa de la Superintendencia de Precios Justos, se supone que el consumidor debe cancelarla en 250 bolívares. La escasez de alimentos en Venezuela marca otra realidad: la que existe en el papel que aguanta todo y la necesidad que pasa el pueblo en la búsqueda de comida y en la adquisición de los poco que pueden comer.
“Tengo cinco hijos, no los voy a dejar morir de hambre”
María, así llamaremos a la mujer que asegura tener al menos unos 30 años buscando comida entre la basura del mercado Principal de Maracay, dice que tiene cinco hijos y que no los va a dejar morir de hambre. Todos los días espera que salgan las bolsas negras desde el Mercado y allí, en plena calle Santos Michelena y a la vista de todos los peatones y conductores, comienza la faena.
María lo hace con desespero, pues no es ella sola quien hurga entre la basura. Ana también lo hace, pero desde hace dos meses y sufre aún la vergüenza de que la observen entre el mosquero que se acumula alrededor de la basura, pero el hambre hasta ahora, puede más que la vergüenza.
María encontró lonjas de jamón entre la basura. No dudó en comenzar a comer, aunque en otras bolsas guarda lo que se llevaría a casa.
Busca restos de pollo, carne, los pellejos son buenos, pero también verduras que botan los expendedores porque comenzaron a dañarse. Así se presenta la escasez de alimentos en Venezuela.
Pero también encontró un trozo de chicharrón, al que trató de meterle diente pero aseguraba que estaba muy duro. Huesos ahumados que empiezan el proceso de descomposición, también son excelentes y mejor aún los desechos de pescados que se nota que fueron fileteados en el mercado.
A casa de María no llega la bolsa de comida ofrecida por el gobierno nacional (CLAP), beneficio que se asegura el Estado, llega a todos los hogares de Venezuela como la panacea para acabar con las largas colas para comprar comida y el bachaqueo.
A la casa de Ana, en Vigirima, estado Carabobo; tampoco llega la bolsa de comida.
“Tengo 14 nietos y cinco hijas, ninguna tiene marido y hay que comer. Nunca pensé que llegaría a esto, tengo dos meses que vengo a buscar lo que botan del mercado, pero no me haga foto porque me da vergüenza”, dijo la madre venezolana indignada por lo que le toca vivir.
Pero junto a Ana y María, también se encuentra Antonio. Se trata de un padre de cinco niños, de oficio carpintero, a quien el trabajo no le da para mantener a su núcleo familiar. Mientras hurgaba en la basura y sacaba las cabezas de pescado en medio del mosquero, explicaba que un kilo de clavos ya representa 2.500 bolívares y así detalló el costo de los materiales. Concluyó que un monto o inversión que a su vez, es la cifra que pretende pagarle el mayorista. Así es como Antonio debió salir a enfrentar la escasez de alimentos en Venezuela.
Escasez de alimentos en Venezuela obliga a una economía de guerra
La escasez de alimentos en Venezuela obliga a una economía de guerra. Hay que comer lo que se consigue y poner de manifiesto el ingenio para preparar comidas con lo poco que se tiene. Además hay que inventar en la cocina para preparar café sin café, con harina de maíz, por ejemplo… ¡que tampoco se consigue!.
Santa Irma Arteaga tiene 70 años. A su edad, debe recurrir a los pellejos de pollo para sacar aceite que no se consigue en el mercado. En un caldero lo pone a sofreir para poder obtener la grasa con la que preparará otras comidas.
¿Otro de sus inventos?, poner a tostar un poquito de la harina de maíz que logró comprar, “se quema bien quemadito y se hace café, queda sabroso, igualito al café”.
En las redes sociales sobran las recetas para paliar el hambre en tiempos de escasez de alimentos en Venezuela: arepas de yuca o de plátano verde, carne mechada de plátano y los mil usos del aguacate así como el incremento en las ventas de mango, una fruta tropical que se convirtió en el desayuno y hasta almuerzo de muchos venezolanos. Los expenden a 100 bolívares el kilo.
FAO: una bofetada a la nación
Lejos de la realidad venezolana, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), se ha dedicado a reconocer los avances que gracias a la Revolución Bolivariana, han permitido erradicar el hambre en el país.
En junio de 2015, el presidente Nicolás Maduro recibió un reconocimiento en Italia, porque según Marcelo Rassende, representante de la FAO en Venezuela, “ya el hambre en Venezuela no es un problema” y este era un importante logro del Gobierno Bolivariano.
Más recientemente, en marzo, nuevamente Resende asciende ala palestra pública al felicitar el Presidente Maduro por crear el mejor sistema popular de distribución de alimentos.
“Felicito al pueblo de Venezuela y su gobierno por crear la mejor red pública para distribuir alimentos y también los felicito por lograr una activa participación y organización social de todo su pueblo”, esto al hacer referencia a las bolsas de comida que no llegan a todos los hogares y que obliga al pueblo a permanecer por unas seis horas diarias en interminables colas en las inmediaciones de centros de abastecimiento o en definitiva, recurrir a las bolsas de basura para matar el hambre y hacerle frente a la escasez de alimentos en Venezuela.