El pasado 02 de octubre los colombianos le dijeron NO a los acuerdos de paz que pocos días antes, el 26 de septiembre, habían rubricado en Cartagena de Indias y ante más de 2.500 invitados, entre los cuales destacaban el Secretario General de las Naciones Unidas y varios Jefes de Estado, el Presidente Juan Manuel Santos y el líder de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejercito Popular, FARC-EP, Rodrigo Londoño alias «Timochenko».
El triunfo del NO en el plebiscito por un 50,21% sobre un 49,78% del SÍ, fue una sorpresa total ya que todas las encuestadoras colombianas daban una ventaja bastante holgada al triunfo del SÍ.
Mucho se ha especulado sobre la alta abstención en este proceso electoral que alcanzó el 62,60%, sin duda la más elevada en los últimos 22 años ya que en la primera vuelta de las elecciones presidenciales de 1994, la abstención alcanzó el 66,23%. El fenómeno abstencionista está bastante presente en la vida electoral colombiana, prueba de ello y a título de ejemplo son los datos concernientes a las primeras y segundas vueltas electorales en las elecciones presidenciales que ganó Juan Manuel Santos, tanto en 2010 como en 2014. En la primera vuelta del año 2010, la abstención fue de 50,73%, mientras que en la segunda se elevó a 55,65%. En el caso de las presidenciales de 2014 los datos son inversos, en la primera vuelta hubo una abstención de 59,90%, y en la segunda 52,03%. No obstante, no cabe duda que la abstención se pudo ver alimentada, en esta ocasión, por las encuestas que otorgaban un triunfo contundente al SÍ, lo que posiblemente influyo en muchos electores favorables al NO a abstenerse. Consecuentemente el NO hubiera ganado con un margen más amplio.
Como se esperaba que el SÍ ganara ampliamente el triunfo del NO, aunque por pequeño margen, fue en si mismo contundente; por el contrario, si el SÍ hubiera ganado con ese pequeño margen de diferencia hubiera sido una victoria pírrica y los acuerdos de paz hubieran sido cuestionados políticamente de manera inmediata.
Cuando se visualiza el mapa electoral colombiano se constata que aquellas regiones que fueron más afectadas por el conflicto armado fueron las que más apoyaron el SÍ. Ello debe entenderse como un reacción natural y lógica frente a una guerra que dejó tantos muertos y afectó la vida económica, política y social de los habitantes de esas regiones. Ellos votaron a favor de la paz, conscientes de lo vivido en el pasado, las dificultades del presente y las esperanzas de un futuro mejor. No prevalecieron razones ideológicas en el voto ni a favor del SÍ ni a favor del NO.
¿Qué conclusiones se pueden sacar del resultado del plebiscito? Ellas son varias y al enunciarlas no se establece un orden de prelación .
En primer lugar, se votó contra la impunidad, especialmente para aquellos que han cometido crímenes de lesa humanidad. Asimismo, contra la forma y manera cómo se convino la participación de la guerrilla en la vida política nacional. Para muchos las FARC no pueden tener un espacio político que no se merecen. También prevaleció el coste económico que la puesta en práctica significaba para el ciudadano de a pie que veía, como únicos beneficiarios, a los guerrilleros. Por lo tanto, los colombianos no votaron a favor de la guerra votaron a favor de la justicia, la libertad, la igualdad.
En segundo lugar, se constata que una vez más las encuestadoras se equivocaron, como ocurrió con el referendo en el Reino Unido relativo al mantenimiento o no de ese país dentro de la Unión Europea (Brexit).
En tercer lugar, que el apoyo de la Comunidad Internacional, desde el Papa Francisco pasando por el Secretario General de la ONU, los Estados Unidos, países latinoamericanos y la Unión Europea, no son suficientes para sostener una causa nacional; la decisión siempre está únicamente en manos de los ciudadanos afectados tal como quedó demostrados en el Reino Unido con el Brexit y ahora en Colombia.
En cuarto lugar, perdió el presidente Juan Manuel Santos que ve su mandato bastante debilitado al entrar en un período de incertidumbre en cuanto a la manera cómo debe conducir, de ahora en adelante, el proceso para no perder el impulso alcanzado hasta ahora.
En quinto lugar, pierden las FARC-EP porque siguen siendo amplia y mayoritariamente rechazadas por los colombianos. Exigieron demasiado partiendo de la tesis que se encontraban en una posición política de fuerza y si ahora quieren de verdad desmovilizarse, dejar las armas e incorporarse a la vida política, tendrán que hacer importantes concesiones.
En sexto lugar, el gobierno venezolano sale derrotado ya que el chavismo siempre ha apoyado a la guerrilla colombiana y ésta encontró en Chávez, y el socialismo bolivariano, una conjunción de intereses ideológicos. Además, al actuar como “facilitador de logística”, se convirtió en garante de la seguridad de los jefes y negociadores guerrilleros, permitiéndoles actuar desde el territorio venezolano y les facilitó sus desplazamientos.
En séptimo lugar, el gobierno colombiano manejo muy mal la relación con la opinión pública nacional durante todo el proceso negociador y por lo tanto no supo explicar lo que negociaba y mucho menos convencer. Además, los actos del 26 de septiembre en Cartagena de Indias, por prematuros contribuyeron a impulsar el NO.
En octavo lugar, queda demostrado que Álvaro Uribe sigue teniendo una gran ascendencia sobre el pueblo colombiano y su capacidad de liderazgo sale reforzada con los resultados del plebiscito.
En noveno lugar, Andrés Pastrana también sale fortalecido aunque en menor medida que Uribe; para muchos no fue fácil comprender su apoyo al NO cuando dedicó todo su gobierno a un proceso negociador con las FARC-EP que aunque fracasó dejó lecciones que directa o indirectamente fueron útiles al proceso adelantado en La Habana.
En décimo lugar, el triunfo del NO se ha convertido en una oportunidad para lograr un acuerdo aceptable para todos. Tanto el gobierno como los partidarios del NO así lo han comprendido. Por su parte las FARC-EP siguen apegadas, hasta ahora, a lo acordado en La Habana a lo que le dan un valor jurídico y de compromiso pero han declarado que la lucha continuará a través de la palabra (política) y no de las armas (la guerra).
En undécimo lugar, la paz, como objetivo colectivo sólo se puede alcanzar a través de un gran acuerdo nacional. De ahí que sea sumamente positivo el encuentro entre el presidente Santos y los ex presidentes Uribe y Pastrana para definir una postura única negociadora frente a la guerrilla de las FARC-EP.
Finalmente hay que señalar que lo reciente de los resultados aún mantienen conmocionada la vida política colombiana y el clima que se respira es de incertidumbre por lo que afecta la capacidad de decisión de las partes involucradas. Habrá que esperar unas semanas para saber, con mayor exactitud, que rumbo tomará el camino hacia a la paz.
5 de octubre de 2016.
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