Desencadenante: Dicho de un hecho, de un fenómeno o de una circunstancia: Que es causa inmediata de otro u otros. RAE.
Venezuela vive desde 1999 una serie de hechos, fenómenos y circunstancias que han causado de manera inmediata otras, a cada cual más compleja. Y aun así, ninguna ha sido “ el desencadenante ”. Sin ir muy lejos, la nocturnidad del traslado de Antonio Ledezma y Leopoldo López es una de ellas, causa y efecto al mismo tiempo. Pero ha habido –y hay- más.
Dieciocho años de maniobras para desactivar desencadenantes, desvía la atención y confunde al “contrincante”, neutralizando su capacidad de reacción inmediata. Estrategia militar pura. “Táctica del alto mando”…
Mientras los medios se desviven por encontrar las declaraciones de Mitzy Capriles y Lilian Tintori, las refinerías norteamericanas están tomando previsiones para utilizar cada vez menos el petróleo pesado de Venezuela, ante el embargo o el aislamiento en vistas.
“Maduro caerá al día siguiente del embargo” aseguró el pasado 19 de julio el europarlamentario Luis de Grandes Pascual, durante un foro realizado en Madrid a propósito de la convulsa situación de Venezuela. El Parlamento Europeo lo tiene claro y ha dicho por activa y por pasiva estar preparado para aplicar el protocolo de asistencia humanitaria cuando el país se declare en emergencia. ¿Conocerá, entonces, que esta circunstancia económica será el desencadenante?
A pesar de los seis o siete intentos fallidos de activar el desencadenante durante meses, el secretario general de la Organización de los Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, ha declarado no reconocer los resultados de la jornada electoral del 30 de julio para conformar una Asamblea Nacional Constituyente en Venezuela (ANC).
El gobierno de Venezuela tampoco reconoce a la OEA, ni a los 14 países que han rechazado explícitamente su ANC (Argentina, México, Brasil, Chile, Panamá, Costa Rica, Paraguay, Colombia, España, Gran Bretaña, Suiza, Estados Unidos y Canadá).
Apartada del mundo, también por la retirada permanente o intermitente de las rutas de Iberia, Air France, Lufthansa, Latam, Copa, Airlines y Avianca, el país campea en un tablero con apenas efectos internos, fenómeno internacional que para muchos generará el desencadenante.
El 8 de agosto, en Lima, se reunirán los ministros de Exteriores latinoamericanos, pero amanecerá y veremos. Este camino se antoja –de nuevo– largo y Venezuela exhale ya su último aliento.
Sin curules en el hemiciclo se encontraron los diputados venezolanos el 1 de agosto. Un Parlamento legítimamente electo el 6 de diciembre de 2015, por más de 14 millones de votos, enfrenta su enésima batalla por legislar, la más reciente de proporciones incalculables.
Su presidente, Julio Borges, asegura que los parlamentarios no cederán el Palacio Legislativo a los constituyentistas –elegidos, según el CNE, por 8 millones de votantes–, que tienen previsto sesionar en el mismo edificio. Choque de trenes en defensa de la Constitución. Cada uno la suya.
Y mientras tanto, manifestaciones, protestas, disturbios, agresiones, detenciones arbitrarias y reiteradas violaciones a los Derechos Humanos durante cuatro largos meses, pero, sobre todo, 121 muertos, en cualquier país ya habría desatado el desencadenante.
Son los hechos internos que la región no entiende por qué no lo han sido en sí mismos. Fujimori, en menos tiempo, cayó. Pero, léase la primera circunstancia: Perú no produce petróleo. El enroque perfecto entre el legislativo y la comunidad internacional remataron la jugada.
El Editor de El Nacional, Miguel Henrique Otero, dibujó en Madrid, el pasado 27 de junio –en el segundo aniversario de la Asociación de periodistas venezolanos en España, Venezuelan Press, en ocasión del debate sobre la “transición” – siete escenarios para la salida de este régimen. Traducido como desencadenantes: “1: No hay salida. 2: Unos chavistas desplazan a otros chavistas. 3 y 4: Golpe de Estado seco, militares toman el poder y convocan una junta civil. 5: Una guerra civil protagonizada por la Fuerza Armada. 6: Elecciones en 2018. 7: Que Estados Unidos intervenga en el narcoestado venezolano”.
“El modelo Larrazábal, o lo que es lo mismo, el cuarto y quinto escenario, sería el ideal, donde los militares toman el poder y convocan una junta civil que llama a elecciones y rescata la democracia. Es una de las pocas que garantiza la reconstrucción institucional”. El editor de este diario independiente de circulación nacional en Venezuela lo tiene claro, como también lo tienen muchos sectores políticos, económicos y, sobre todo, castrenses, consultados sobre “el desencadenante”.
La circunstancia económica, el fenómeno internacional y el hecho interno, concatenados, podrían ser la causa inmediata, pero el verdadero desencadenante saldrá de la amalgama del satyagraha y algo más… la “táctica del mando medio”. La historia es implacable, y en Venezuela, repetitiva.
PD: Satyagraha: neologismo creado por Mahatma Gandhi, que puede traducirse como ‘fuerza de la verdad’; la resistencia y desobediencia civil realizadas de manera sistemática con objetivos ético-políticos)