Los venezolanos solo comen verduras y sardinas para matar el hambre sostiene Alejandro Martínez, un sobreviviente del régimen de Nicolás Maduro.
Todos los días cientos de madres y padres desesperados con hambre, hacen vigilia frente a abastos y supermercados durante mas de 14 horas diarias, con la esperanza de poder adquirir algún producto de la canasta básica venezolana a precios regulados.
Las prohibiciones de pernoctar frente a estos establecimientos comerciales en Venezuela ha sido tanto de forma legal a través de la sanción de ordenanzas municipales como por el propio Gobierno oficialista, que ya ha detenido y presentado ante la justicia a personas de toda Venezuela que han hecho listas para dar un orden a las colas en las madrugadas.
Alejandro Martínez es uno de esos hombres que tiene que madrugar para ver qué consigue para comer y mitigar el hambre de su familia.
“Bueno en el barrio nos juntamos un grupo de vecinos y bajamos por las escaleras a eso de las 3 de la madrugada para ir a hacer las colas. Hay un señor de un autobús que pasa cerca y a veces nos lleva pero en ocasiones nos tenemos que ir a pie y rogar que los malandros no nos atraquen porque te quedas sin nada de plata y si vienes con la mercancía es lo mismo”.
Explica que es otro venezolano que ha perdido buena parte de su masa muscular debido a la escasez de alimentos en su casa.
“Nosotros somos seis y los mayores comemos después que los niños y los jóvenes. Yo pesaba 85 y fíjese que ahora estoy en 65 kilos. Toda la ropa me queda que parece prestada.”
Asegura haber corrido en la madrugada para que no lo pongan preso por hacer la cola y con pesar sostiene que son muchos los días que a pesar de hacer cola desde las 3 de la madrugada hasta las 3 de la tarde, regresa a su casa sin nada.
«Tu haces la tremenda cola, vas con hambre, sed, aguantas la lluvia y de pronto, cuando crees que vas a comprar, te dicen; se acabó todo. Cómo cree que uno se siente al regresar a su casa y decirles que se perdió el tiempo, que no se compró nada, que tenía que llegar aún más temprano.»
Mientras Alejandro y su familia se conforman con ingerir papa, ñame, verduras y sardinas. “Eso es lo que comemos para matar el hambre”.