Nos cuentan los que trabajan en el lujoso hotel, que nuevamente llegarán de un sitio y de otro, para llevarse a cabo otro diálogo entre la oposición y el gobierno. Cuando visitaron la última vez a República Dominicana parecían llegar a vacacionar, trajes, sonrisas, saludos y apretones de mano, algunos hasta se abrazaron antes de entrar al gran salón.
Un jolgorio es lo que se escucha en esa reunión del diálogo entre la oposición, el gobierno y los representantes internacionales que acompañan y median en la toma de decisiones para la salida de la crisis que vive el pueblo venezolano, que al final no resuelve nada, entre risas y bromas, es imposible creer en la seriedad de este dislate.
Se presentan los camareros con bebidas para las ya resecas gargantas de los asistentes, que no han parado de hablar sandeces por más de 2 años, «supuestamente representando a la oposición». A la hora de la comida los banquetes son dignos de reyes, mientras que entre el hedor de la basura muchos venezolanos buscan que llevarse a la boca para engañar un estomago reducido por consecuencia de la escasez de alimentos tan básicos como un trozo de pan.
También nos han contado, que hubo un grupo de tres o cuatro (no recuerdan bien), que se habían apartado del resto sigilosamente de uno en uno, y se encontraron en el lobby, susurraban algo de que Rusia sería el único lugar donde Maduro estaría sin peligro, esos mismos no participarán esta vez en la negociación, pero están al tanto de todo.
Nos preguntó uno de los trabajadores dominicanos, cómo era posible que esta gente podía estar reunidos allí, «por todo lo alto» mientras la gente en Venezuela se muere por falta de medicamentos. Nos llamó la atención y le preguntamos cómo sabia eso, ¿acaso es que pasan mucha información de Venezuela por los medios de aquí?. Nos respondió que no, que lo sabia porque de cuatro venezolanos que conocía y que llegaron a trabajar de lo que fuera para ayudar a su familia allá, tres perdieron algún familiar por falta de atención medica y medicinas.
Mientras tanto, en Miraflores no falta nada para el advenedizo tirano y la sumisa primera combatiente, que no se atreven a salir a ver como están los hospitales, las escuelas, los barrios, los geriátricos, en fin a nada que no esté preparado por los súbditos pusilánimes y los gorrones que le siguen, porque si llegaran a ser vistos en cualquier parte del país lo más sutil que le lanzarían serian piedras, sin contar la turba que se formaría para aplastarlos.
Seguimos aquí, sapos y predicadores, para contarles los acontecimientos de la negociación.