Como el país, el arte callejero venezolano se encuentra en crisis. Sus artistas de la calle, poco reconocidos, migran a Cúcuta para buscar un futuro más allá de nuestras fronteras
El arte venezolano está migrando de la calle, huyendo de la crisis económica que sacude al país. No se trata de grandes y reconocidas figuras, pero son personas que le han apostado al arte como modo de vida siendo la calle su escenario.
Es así como en muchos de los principales puntos de la ciudad de Cúcuta han sido tomados por mimos, titiriteros, músicos, maromeros, cantantes y bailarines de origen venezolano que andan tras la búsqueda de los pesos y el favor del público.
Gerardo Colina es un maromero. Vino de Valencia porque considera que la situación en el país es insoportable: “no se trata solo de lo económico, se trata de la propia vida. En la calle te atracan, te quitan lo poco y si te enfrentas con la delincuencia hasta te pueden matar”.
Su figura flaca se ha hecho ya parte del paisaje en la Diagonal Santander: bolas de cristal, aros y has fuego forma parte de su show callejero, en una esquina que comparte, a partir de las cuatro de la tarde y hasta las ocho de la noche con otros artistas.
Colina ve a Cúcuta como un paso en su ruta. Piensa recoger algunos fondos para seguir su travesía migrante por Latinoamérica, como otros tantos venezolanos.
Salsa venezolana en Cúcuta
Los siete muchachos venezolanos que integran el grupo Garaje Latino no lo pensaron mucho y tomaron el riesgo de llegarse a la ciudad de Cúcuta a mostrar su arte en la calle.
Al son de Oscar D León, Santarosa, Lavoe, Richi Ray, Blades entre otros grandes, montaron su presentación al frente del centro comercial “Ventura Plaza” luchando por su propio espacio y las propinas en pesos.
Erick Revelo toma la vocería de un grupo que es puro instrumento, nada de canto, pero que aún así lograron la atención con su concierto en la calle.
“Nos cansamos de pelar allá en Colón. Creemos que somos buenos músicos pero ya no conseguíamos toques en el Táchira ni Mérida. Decidimos los siete agarrar los instrumentos y nos bajamos hasta Cúcuta”.
Lograron levantar algunos pesos, pero también la aprobación de algunas personas que se le acercaron para pedirles su teléfono porque los querían contactar. También como el país, el arte callejero venezolano migra buscando futuro.