La crisis en Venezuela sorprendió a Carolina Da Silva, una diseñadora gráfica que ha perdido más de 15 kilos en menos de cuatro meses por no tener dinero para comer.
La gordita simpática que disfrutaba de su figura, que no buscaba piropos, que simplemente era feliz como lucía, la que subía y bajaba las escaleras de un estudio de televisión con ímpetu de quinceañera, hoy muestra en su rostro y en su cuerpo los golpes que da el hambre y que ya le ha robado 15 kilos en menos de 4 meses por la crisis en Venezuela.
“No sé qué voy ha hacer. No tengo dinero para comprar nada. Entre el pasaje y verduras que es lo mas económico, gasto todo lo que gano. La empresa no tiene para pagar el aumento del cesta ticket aprobado por el Gobierno, ni siquiera el aumento del sueldo mínimo así que lo que viene es terrible: despidos”.
Así expresa su gran preocupación Carolina Da Silva, una diseñadora gráfica quien trabaja como directora técnica de TV, quien muestra cómo ha tenido que ir recogiendo con costura el sobrante de la ropa por su pérdida de peso y la imposibilidad de sustituirla.
“Los shores ahora me los pongo y parecen faldas, hasta las pantaletas me cuelgan. Mis lindas posaderas las perdí, estoy comiendo solo verduras porque es imposible comer proteínas, esto que vivimos los venezolanos no es justo. No puedo hacer colas para comprar comida porque debo trabajar y tampoco puedo comprarle a los “bachaqueros” porque no tengo plata, jamás imaginé que estaría así ”.
Carolina gana poco mas del sueldo mínimo que se ubica hasta el último de agosto en 15 mil bolívares. No tiene hijos. Tras su divorcio, con 40 años y contando solo con su sueldo, se vio obligada a volver a casa de sus padres, donde ya había regresado también su hermano por razones económicas similares.
“No pago alquiler, ayudo con el pago de los servicios, y todo lo que gano lo invierto en comida y pasaje por eso busco lo mas económico y rendidor: berenjena, calabacín y auyama. Con una berenjena como un día, le coloco algo de monte como cilantro o cebollin y mas nada. Esa es la comida. No puedo quitarle a mis padres lo poco que ellos consiguen».
«El resto del día tomo agua. Estoy ya muy preocupada porque estoy perdiendo un kilo de peso semanal y sé que me voy a enfermar”.
Así sobrevive al régimen impuesto en Venezuela Carolina, una mujer trabajadora, quien acababa de tener una reunión familiar en la que su padre, paciente diagnosticado con cáncer, les informaba a sus dos hijos y esposa que, dado que el seguro que posee no cubre el costo de la operación y que sus hijos no tienen cómo costearla, arreglará los papeles familiares para dejar todo en orden y tratará de asumir sus días restantes con la mayor dignidad posible.