Para paliar la crisis económica y los bajos sueldos, algunos venezolanos cambian la tiza por un pintauñas, otros salen del mostrador de un banco a una cocina y, unos se levantan de la caja de un supermercado para desnudarse ante sus espectadores.
Ante la crisis económica de Venezuela muchos abandonaron el país y dijeron adiós en búsqueda de un futuro mejor, pero también están los que se quedaron para luchar por el suyo en su tierra y a diario se levantan bajo los escombros de un sueldo mínimo de esa cuesta arriba llamada «revolución».
Esta situación socioeconómica ha hecho que más de uno piense en alternativas que le brinden beneficios monetarios adicionales, con el fin de poder atenuar el alto costo de la vida. La mayoría de estos venezolanos han aprovechado sus destrezas para realizar trabajos informales sin separarse de la profesión para la cual se formaron, ya que esta les brinda al menos un beneficio social.
A través de la práctica de actividades se han ganado un nombre que les ofrece la posibilidad de llenar sus bolsillos de la devaluada moneda nacional y hoy le cuentan a El Correo del Orinoco su secreto de cómo vivir en Venezuela más allá de un sueldo mínimo.
Maestra de día, manicurista de tarde
Entre esos tantos venezolanos está Marisela de Molero, quien tiene 25 años transcurriendo entre las carencias en su humilde hogar. Ella optó por una beca para cursar estudios en una universidad privada que no podía pagar y de la que obtuvo el título de licenciada en Educación Inicial. Desde ese entonces ha trabajado con lo que tanto le apasiona, los niños, pero forma parte de ese gran número de educadores que parecieran ser castigados con salarios injustos por ejercer la hermosa labor de educar.
A Marisela, como a millones de venezolanos, tampoco le alcanz
“Me interesé, observé muchísimo, porque de eso se trata, de observar. Me puse a inventar un día y ¡Eureka! me quedaban perfectos los acabados, comencé a utilizar todos los implementos, hasta pedrería, todo lo que fuese tendencia para estar al día y para que mi trabajo gustase…, lo que comenzó como una prueba hoy es un arte”.
Ella asegura que las ganancias que percibe al realizar este tipo de trabajo son superiores al sueldo que recibe en la institución en la que trabaja.
“Semanalmente haciendo uñas sobrepaso mi sueldo de un mes, tengo mis clientas, a veces llego a la casa y ya tengo cuatro clientes en espera…, pero no todo es maravilla, pues así como gano debo invertir en herramientas de trabajo, que están costosísimas, hay esmaltes que a veces no consigo, pero a este ‘hobby’ sí que le veo ganancias, todo está en la perseverancia y las ganas de hacer bien las cosas”.
Aseveró que a pesar de los beneficios que obtiene no ha considerado la idea de alejarse de la educación, pues manifiesta que es su razón de ser y, que no se desprenderá fácilmente de un salón de clases.
“Cada nuevo año recibo a 36 nuevos hijos, mucho aprendo de ellos…, me gusta y me da vida tener esa responsabilidad de ayudarlos a crecer, a luchar…, así que seguiré enseñándoles a mis niños y al llegar a casa pues a hacer uñas”, finalizó Marisela entre sonrisas.
Un administrador de empresas en la cocina
Antonio Isea, es administrador de empresas y trabaja como representante de ventas en un banco, por sus manos pasan a diario infinidades de billetes que no se asemejan a la pequeña cantidad que recibe en cada quincena. Él, es otro de esos venezolanos que decidió invertir su tiempo libre en idear estrategias que le sirvieran como una alternativa para poder afrontar la crisis económica que afecta a todos los venezolanos.
Desde pequeño se interesó en la repostería, el proceso comenzó cuando veía a su tía realizar grandes tortas, de las cuales confesó haberse comido mas de una vez los restos que quedaban en cada molde.
Cinco años a
“En mi familia siempre me dejaron las tortas a mí, al finalizar el cumpleaños de un hermano, primo o sobrino siempre me gritaban ¡Antonio te quedó buena la torta!, por eso me arriesgue a más, comencé a perfeccionarme en el área, hice cursos y aquí estoy, hoy hago tortas hasta para fiesta de mascotas”, manifestó Isea entre risas.
Este administrador de empresas asegura que pasa su tiempo libre en la cocina dejando que la imaginación sea su fiel compañera para satisfacer las exigencias de sus clientes.
“Me han pedido hacer de todo, pelotas de futbol, canastas, logos de empresas, hasta una torta en forma de urna para una fiesta de ‘halloween’…, es divertido, porque con esto hago de escultor, de arquitecto en fin muchas cosas y creo que ese ha sido el éxito, no verlo como un trabajo sino como un pasatiempos que me entretiene, me gusta y me genera ganancias”.
Este venezolano sólo tiene una cosa en contra: la escasez de alimentos, y entre esos, los materiales que debe utilizar para poder seguir cumpliendo con sus clientes, pero asegura que esto no le es impedimento para continuar con su trabajo.
“Los precios a veces son tan variables y eso es abrumador, trato de sacar unos costos asequibles para mantener la clientela…, a veces debo comprar con sobreprecio, por ejemplo el cartón de huevos no se consigue y cuando aparece debo pagar hasta Bs. 70 por una sola postura; la azúcar la he tenido que ir a comprar por saco en Trujillo”.
Antonio aseguró que a pesar de las dificultades sí se pueden lograr las cosas, sólo hay que ser perseverantes e identificar las cualidades que cada quien tenga, para activarlas y sacarle provecho al máximo.
De la caja de un supermercado al baile erótico
Abel Colmenares, es un joven venezolano de 23 años de edad. Todos los días se levanta desde muy temprano para acudir a un popular supermercado de la ciudad de Maracaibo en el que trabaja como cajero, de ahí, al caer la tarde se va a la universidad donde estudia derecho.
Desde muy pequeño asumió el reto de trabajar como empacador en los supermercados y, cuando cumplió la mayoría de edad ascendió a cajero, con cada quincena que cobra busca no sólo ayudar en los gastos del hogar, sino saber administrarla para pagar las mensualidades en su universidad.
Se ha caracterizado por practicar también deportes, lo que lo ha mantenido en una buena condición física, la cual ha sabido aprovechar, porque los fines de semana, al ritmo de la música electrónica, se desviste eróticamente ante las miradas de sus espectadores.
“Llevo más de un año en esto, tomar la decisión de desnudarme por dinero no fue fácil, creo que nunca lo será, todavía siento mucho pudor a ciertas cosas, me ha tocado hacerlo frente a gente conocida, incluso en una fiesta estaba una profesora que me da clases ¡Tuve mucha pena!…, los eventos para los que me contratan son casi siempre una despedida de soltera, a veces a fiestas normales, en una noche puedo hacer hasta Bs. 25.000 pero, es un trabajo al que hay que dedicarle tiempo, sobre todo porque debo ejercitar mucho el cuerpo para estar en forma”, afirmó Colmenares.
Precisó que a pesar de ganar muy poco en el establecimiento
“En el supermercado tengo la ventaja de no tener que hacer colas para comprar la comida, en mi casa no falta nada, es un trabajo formal mientras me gradúo de abogado y comienzo a ejercer…, estoy claro de que la juventud no es eterna y los músculos así como los tengo mañana puede que no…, los trasnochos de los fines de semana tienen los días contados”, concluyó Colmenares enérgicamente.
Los potenciales de cada persona pueden ser perfectamente canalizados para idear estrategias que lo conviertan en un individuo integro y, que pueda dar respuesta a cualquier vicisitud asumiendo retos personales que le permitan conocerse aun más para vivir sin límites y que esto le brinde beneficios extras para mitigar los efectos de la crisis económica en Venezuela.