Desde el vientre van creciendo entre las calamidades y amarguras que generan las colas.
Los niños venezolanos desde el vientre materno ya crecen en la colas de la amargura que se extienden a lo largo y ancho del país. Y es que es titánica la labor que les toca a las madres para buscar pañales, jabón de baño, jabón para la ropa, crema de dientes, toallas sanitarias, papel sanitario, pollo, carne, arroz, leche completa o de fórmula para lactantes y hasta insecticida contra los zancudos.
Muchas “bachaqueras” andan con el muchacho a cuestas y lo exponen a necesidades para comprar los productos de regulados de primera necesidad y revenderlos hasta diez veces más de su costo original. Otras madres se desesperan porque les avisaron que llegaron los pañales a “X” establecimiento y no tienen con quien dejar a sus hijos. Son los pequeños que crecen por necesidad en las colas donde la crítica, la rabia e indignación son el tema común.
Atrás quedaron los parques como sitio de recreación para los infantes.
“Me ha tocado dejar de hacer las labores de la casa para salir corriendo a comprar pañales. A veces pierdo el día de trabajo, hago la cola cuando finalmente entro al negocio, me toca mi turno y se acabaron” dijo Wilmaris Aro con su bebé en el coche.
Cuando se ha quedado sin pañales porque no consigue, le compra a los bachaqueros en 1.500 bolívares el paquete de 44 pañales para su hijo de año y cuatro meses, cuando el paquete marca 90 bolívares.
Milagros García dijo que no es justo tener que someter a los niños a esas calamidades, pero tampoco puede pagarle a otra persona para que lo cuide al bebé mientas se dedica a la búsqueda de pañales. De hecho, la mujer paga para que le cuiden a su otra hija de 4 años, lo que implica un gasto aparte.
“Me cuesta demasiado conseguirle los pañales a mi bebé de 5 meses”.
Ambas se equipan con tetero y agua para no poner a los niños a pasar hambre, aunque nada pueden hacer para aliviar el calorón en una ciudad con 34 grados a la sombra.