La mayoría de comercios e industrias en la frontera, del lado venezolano, cerraron o planean hacerlo, y sus empleados son los primeros en sufrir al ser despedidos sin más opciones laborales en la zona.
A dos meses y 15 días del cierre de la frontera entre Colombia y Venezuela, por parte del gobierno del Nicolás Maduro, los habitantes de San Antonio del Táchira dicen vivir su peor momento histórico, debido a que la mayoría dependen del comercio que está en franca quiebra, y los dueños de pequeños establecimientos, empleados de estos o de industrias de mano factura, han quedado sin ingresos económicos.
“Aquí no se necesita que nadie haga un estudio o lea un periódico para saber lo que pasa, que hay hambre y mucha”.
El dueño de una venta de pasteles y jugos en San Antonio, al igual que la mayoría de los pobladores del lugar, se niega a dar su nombre o permitir se le retrate para la prensa, así sea de espaldas, porque tiene mucho miedo.
“Si lo llegan a reconocer a uno, no le dejan pasar a estudiar a sus hijos a Colombia, al mío va allá a la universidad, porque los muchachos tienen un número de registro con su nombre para poder cruzar el puente, o si saben quién soy me llegan al negocio o a la casa, hay militares por todas partes y no tenemos derechos por el Estado de Excepción”.
El hambre está azotando a los que menos tienen sobre todo, porque la gente se quedó sin trabajo e invita a observar lo evidente, la mayoría de negocios cerrados en un día de semana a horas de actividad.
No hay donde comer
Un comerciante taiwanés también se ofrece a hablar con iguales condiciones: “yo cerré, para que iba a tener abierto si nadie venía comprar, me tocó que despedir dos empleadas que tenía y casi no abro, pasaba días enteros sin vender ni un juguete. Ahorita que viene navidad tengo la esperanza de vender algo, pero comenzaré a abrir la otra semana y a atender yo mismo, sin emplear a nadie porque no hay ganancia para eso”.
Zulay Jaimes no vive en San Antonio, está empleada como ingeniera en una obra de construcción y viaja todos los días desde San Cristóbal. La carretera sin tráfico, actualmente, le permite hacer el recorrido diario.
“Yo mantengo el trabajo, pero la mayoría que vive aquí lo está perdiendo porque me dicen, además lo notas, ya no consigues a pleno medio día restaurantes para almorzar porque han cerrado esos negocios. Nosotros terminaremos esta obra que ya era un compromiso, y la constructora no invertirá más en la frontera. Aquí no hay condiciones de ningún tipo. Nos da mucha lástima”.