Advierten sobre la contaminación en la Gran Sabana, a partir de las exploraciones al Arco Minero del Orinoco.
La contaminación en la Gran Sabana, al sur del estado Bolívar, ya no es solo por la basura y el uso de vehículos rústicos en zonas naturales, por parte de los turistas. El tema del Arco Minero del Orinoco sigue generando alertas, más ahora por lo que significa la polución en los ríos, no solo con mercurio, también por las sedimentaciones provocadas a raíz de las exploraciones y explotaciones de zonas de reserva.
El uso de cianuro y mercurio es la principal denuncia y alertas sobre la contaminación en la Gran Sabana. Recientemente el diputado suplente a la Asamblea Nacional, Manuel ‘Zamurito’ González, advirtió precisamente que por el uso de estos minerales que contaminarían el agua, se pondría en riesgo la sierra de Imataca.
“Imataca forma parte de ese gran pulmón verde, vegetal, no solo de Venezuela sino de la humanidad».
«Además de su riqueza minera, lo mas importante es la riqueza étnica y en biodiversidad, su fauna y su flora, allí en esa inmensa, mágica y exuberante selva guayanesa, puede estar la cura para algunas de las enfermedades que padece la humanidad o que pueda parecer futura, por eso es nuestro alerta del peligro de ecocidio y etnocidio“, dijo el parlamentario.
Destrucción de zona milenaria a manos del hombre
Judith Rosales, bióloga e investigadora de la Universidad Nacional Experimental de Guayana (UNEG), también ha advertido sobre las consecuencias de los daños ambientales provocados por el hombre, no solo en lo que respecta a la contaminación en la Gran Sabana, sino en todas las regiones que incluyen una importante biodiversidad.
La investigadora advierte entre otras cosas, que el modelo aplicado en la región conllevaría a los próximos años a tener un país sin bosques y ríos. A su juicio, es vital una educación ambiental y aprender de la experiencia de los últimos 40 años en cuanto a la relación hombre-ambiente.
Rosales, también miembro de la Sociedad de Biodiversidad del Escudo Guayanés Capítulo Venezuela, es una de los cientos de firmantes en contra del Arco Minero del Orinoco, rechazando la “apertura a unas 150 compañías internacionales, de un vasto territorio de más de 111.000 Km cuadrados, el doble de la superficie correspondiente a la Faja Petrolífera del Orinoco y con una extensión equivalente a todo el territorio de Cuba o de Bulgaria”, para su exploración y explotación minera.
Voces de la comunidad
Rafael Delgado, habitante de la comunidad de Kumarakapy en el municipio Gran Sabana, considera que en términos de la calidad de agua “hasta estamos mejor que en Guayana con su planta en Toro Muerto”, pero denuncia también el riesgo que viven por la contaminación que se les avecina.
“Se trata de un 12% del territorio nacional, precisamente donde hacen vida cientos de pequeñas comunidades indígenas”, ratifica Juvencio Gómez, dirigente indígena, en rechazo a las consecuencias que, asegura la comunidad, traerá el Arco Minero del Orinoco.
Delgado agrega que a diferencia del pueblo de Santa Elena de Uairén, comunidades indígenas mantienen el uso directo del agua de los ríos para consumo, lo que significa un riesgo en salud de estar contaminado de mercurio y cianuro.
“Este es un ecosistema frágil, y el indígena no quiere que vengan trasnacionales a sacar todo, a acabar con la naturaleza y contaminar los ríos”, fue la denuncia que en días anteriores hizo Gómez.
Turismo afectado
Las quejas de los turistas no se han concentrado precisamente en las consecuencias que traería el Arco Minero del Orinoco, sino en la contaminación en la Gran Sabana por la cantidad de basura que han observado en el trayecto hasta el parque nacional.
“Deberíamos todos hacerle un llamado al gobernador Francisco Rangel Gómez, porque de verdad la última vez que fui a la Gran Sabana, la gran cantidad de basura que había en la carretera no se parecía en nada al paisaje de cuando venía casi que todos los años”, lamentó Ana Carolina Soto, turista originaria de Caracas.