La crisis por la que atraviesan algunas empresas genera una preocupación extra en los trabajadores que acentúa la baja productividad de las mismas
“Hasta cuándo será esto, que más tiene que pasar para superar ésta crisis” Son frases que expresan miles de personas diariamente en Venezuela. La situación por la que atraviesa el país ha trascendido las barreras de los empleos, ya no se trata de despidos, tampoco de exigencias o bonificaciones sino de que se suman muchos factores que afectan el desempeño de los trabajadores.
“Trabajar en Venezuela en esta crisis es complejo. Atrás quedó la preocupación por cumplir cabalmente con la jornada, sino que ahora el empleado además de su labor, debe concentrarse en la búsqueda de alimentos, el tema de la inseguridad, entre otras cosas, además de sobrellevar lo referente a la angustia de las industrias, si cierran o no” explica Mauro Gómez, profesional del área de recursos humanos.
La situación ha trascendido las barreras de las industrias. La crisis del país ha generado un cansancio extra en la masa trabajadora, que se empieza a sentir en los hogares. El agotamiento constante por la presión del empleo aunado a los problemas que arrastra la crisis en el país ha traído como consecuencia un alejamiento del núcleo familiar.
“Ha disminuido la calidad de las familias, el tiempo se distribuye de tal manera que entre el trabajo, la búsqueda de alimentos acumulan un porcentaje alto de las unidades dedicadas a disfrutar en familia” sostiene el especialista.
Angustia permanente
Lo que años atrás parecía imposible, hoy está muy cerca de concretarse. La industria automotriz anzoatiguense, una empresa con más de 30 años de instalada en Barcelona hoy sobrevive a un “cierre técnico”. La crisis que vive el país, aunado a un control cambiario que le impide hacerse de materia prima, tienen a más de 400 empleados en sus casas bajo la figura de “permiso remunerado”.
“Sin lugar a dudas que esa situación aumenta la tensión de los trabajadores, sobre todo los del área administrativa que desconocemos que ocurre en la empresa. Se hizo una venta, pero a la fecha no hay producción, y sin ella corremos el riesgo de un cierre total” señala parte del personal de la empresa que prefirió el anonimato.
La crisis ha afectado beneficios contractuales, aumentos de sueldos y salarios además del comedor de la industria. Todo ese conglomerado influye primeramente en una baja productividad del recurso humano, pero también genera una desmotivación y deja a los empleados como meros autómatas.
“Aquí se viene a trabajar ocho horas y más nada. No provoca hacer algo por la empresa, menos cuando está latente el susto de que cierren y más de mil personas nos quedemos en la calle” expresa el personal.
Casos clínicos
En otros renglones productivos, como es el caso de las industrias farmacéuticas la situación no es distinta. Muchos laboratorios han decidido dejar de operar en Venezuela por las pocas condiciones que ofrece. Los que se quedan, hacen de “tripas corazón” para sortear la crisis.
Pero en ese trabajo de mantener a flote a la industria, existe “menos corazón” que razón. Los empleados, debido a la falta de insumos, están en un círculo vicioso, donde las innovaciones quedaron atrás y solamente se asiste para garantizar el “quince y último”.
“A pesar de que la mayoría de las líneas de producción están paralizadas, los jefes de la empresa siguen exigiendo al máximo, eso genera mucha tensión y estrés entre los trabajadores que nos hemos quedado” afirma un empleado de la industria.
Esta situación ha generado la aparición de enfermedades propias del incremento laboral excesivo. Por tal motivo muchos han tenido que recibir permisos para recibir tratamientos especiales y así poder reincorporarse al trabajo.
“Hay un grupo de gerentes que debido a la presión tuvieron que ser diagnosticados. Muchos han tenido severos casos de psoriasis, cefaleas desmayos, todo eso propio de la alta exigencia y las pocas retribuciones de la empresa” señala el trabajador.
Diván ocupado
Ante el panorama de angustia permanente, muchos empleados enfocan sus energías en diversos aspectos, entre ellos buscar un nuevo empleo en el país (algo difícil más no imposible) o hacer maletas y emigrar en búsqueda de una mejor calidad de vida. Con ello, la concentración para obtener resultados óptimos en el trabajo se reducen considerablemente.
«En los actuales momentos las principales empresas venezolanas están convirtiendo en su principal producto de exportación, al talento humano que por años formaron» refiere Mauro Gómez, especialista en Recursos Humanos.
El dilema constante sobre el ¿Qué hacer? Ha llevado a que se genere un incremento en el número de personas que acuden a buscar ayudas con especialistas, bien sea a través de psicólogos industriales o médicos ocupacionales.
“Como profesional, tratamos por todas las vías canalizar las energías en que mejore su actitud hacia la empresa y por ende se tendrán mejores resultados, pero sabemos que las condiciones que envuelven a un trabajador hoy en día no son las mejores para obtener una alta productividad” señala Jorge Lima, ex médico ocupacional de la industria petrolera.