Los venezolanos se exponen a la inseguridad en Caracas para poder comprar papel higiénico a precios regulados por el gobierno.
Ver colas durante el día en casi todos los automercados de la ciudad es el escenario común para quienes transitan en la capital, pero una fila de gente en horas de la noche llama la atención en Caracas. La inseguridad ha hecho que nadie se atreva a estar en la calle en medio de la oscuridad; pero quienes necesitan comprar papel higiénico a bajos precios lo hacen y arriesgan hasta la vida para lograrlo.
No es la hora habitual. Los comercios cierran sus puertas a las 6:00 pm debido a la inseguridad que se apodera de las calles a partir del momento en que se oculta el sol, pero a las siete de la noche un grupo de aproximadamente 60 personas hacía colas a las afueras de un abasto en la avenida Andrés Bello en el centro de la ciudad, pues alrededor de las cinco de la tarde un camión que surte productos llegó al lugar a entregar papel tualé. Los vecinos corrieron la voz y decidieron no retirarse del lugar hasta tanto no se vendiera el último rollo.
Los encargados decidieron vender esta vez un bulto (38 rollos) por persona para agilizar el proceso. «Hay que aprovechar«, gritó una señora. Tenía más de un mes buscando el producto y no había tenido suerte; cuando lo conseguía no le correspondía comprar por su terminal de número de cédula o lo revendían a precios sumamente elevados.
«Aquí venden este paquete de 38 en 250 bolívares. A mí la semana pasada un bachaquero me quería vender un solo rollito en ese precio».
El señor Pedro Acuña con su bulto en la mano, siente que le ganó la carrera al desabastecimiento e incluso a la inflación, pero una señora al frente lo mira con tristeza. Ella tenía una hora haciendo la cola frente al local y le acababan de informar que se había terminado la mercancía.
«Ayer me pasó lo mismo cuando iba a comprar champú en el Farmatodo. Después de hacer tres horas de cola me dijeron ‘se acabó’. No es justo. Allá por lo menos era de día. Aquí uno se expone porque cualquiera viene y lo roba a uno saliendo. Yo tengo que irme ahorita a mi casa a pie sola y de paso con las manos vacías», explica.
La indignación aumenta cuando una joven que sí logra comprar el bulto comienza a revender cada rollo en 100 bolívares en la cola de quienes no llegaron a tiempo. Algunos se contentan y compran hasta tres; otros simplemente se retiran molestos y esperan correr con mejor suerte la próxima vez.