A cualquiera lo matan a plena luz del día, en el barrio, en el centro de la ciudad, en la puerta de su casa
. No importa si son amas de casa, policías, ejecutivos de empresas o humildes mensajeros. Secuestran a quien sea, al dueño de finca, al profesional, al inocente niño por quien después pedirán rescate sin saber si ya lo han asesinado.
Ese desastre es todos los días. Los cuerpos policiales lucen impotentes ante sicarios, mafias de tráfico de drogas, de armamento y de municiones. A pocos detienen y quizás sea por la frustración de verlos después libres por decisión de jueces venales.
La impunidad va más allá de tribunales corrompidos. Crearon regiones de protección del delito a las que llaman zonas de paz. En esos espacios territoriales conviven asesinos, traficantes y maleantes. Andan por la libre. Allí ellos son la autoridad.
Para lavarse la cara, aparentando que algo hacía en contra del régimen de terror que se impuso a los venezolanos, el gobierno arremetió contra barriadas populares matando a quien se atravesara, sin saber quién era, sin someterlo a juicio.
Impusieron la pena de muerte. Plomo, sangre y luto. Abusos de toda naturaleza. A eso llamaron operaciones de liberación del pueblo, seduciendo con esa palabrería a una comunidad deseosa de que algo se hiciera.
Expropiaron fincas y haciendas, lugares de trabajo donde manos callosas y gente esforzada sembraba y criaba para que el pueblo comiera. Ordenaron invadir inmuebles. Saciaron sus resentimientos multando comercios y cerrando empresas donde trabajaban miles de hombres y mujeres. Hoy no hay comida, repuestos ni medicinas.
Con multimillonaria propaganda y abusivas cadenas de radio y TV han lavado el cerebro de quienes repiten lo que desde Cuba instruyeron: que la propiedad hay que eliminarla para que todos seamos iguales no teniendo nada. Y así acabaron con el aparato productivo.
Expropiaron fábricas de café y no hay café. También fábricas de aceite. Tampoco hay aceite. Estatizaron cementeras y no hay cemento.
Venezuela se ha vuelto una larga cola. La miseria cunde por doquier. Por eso, por haber arruinado el país, es que todos los quieren revocar. Esa es la razón. No hay otra.
@claudioefermin @claudiocontigo