En el Centro Penitenciario de Aragua hay de todo y con consentimiento de las autoridades.
El Centro Penitenciario de Aragua ofrece de todo y para todos. No solo para los internos que obedecen a su propio código y sistema dominado por el pran “Niño Guerrero”, sino para familiares de internos quienes desde hace más de un año no saben lo que es hacer una cola para adquirir productos regulados.
En el Centro Penitenciario de Aragua todos los sábados se encuentran los productos regulados en el gran mercado que se instala en los alrededores de la torre de reclusión. Los improvisados puestos se levantan en la cárcel más poblada del país, con 11 mil reclusos aproximadamente y sin nuevo sistema de régimen penitenciario.
Al mercado de la cárcel de Tocorón, nombre con el que se conoce al Centro Penitenciario de Aragua; concurren familiares para llevarse desde los combos de los Clap que llegan sin falta mensualmente al recinto; cuya bolsa se expende por 5 mil bolívares.
Lorenzo es uno de los que compra en la cárcel de Tocorón. Su nombre fue cambiado por protección, porque los detalles de la vida en el Centro Peniteniario de Aragua se quiere mantener en hermetismo. Tiene un hermano que purga condena por robo agravado. Explicó que todos los sábados acude al recinto donde adquiere los productos de la cesta básica para su familia.
Explica que allá adentro hay de todo, pero que “ya no es negocio comprar pollo porque lo venden en 2.500 bolívares el kilo, en cambio en la calle se consigue mucho más barato, en algunos lugares hasta en 1.690. Los dos últimos fines de semana tampoco se consigue aceite allá adentro, ninguno de los vendedores tiene aceite, pero lo demás uno se trae lo que quiere, lo que hay que tener es plata”, relató la fuente.
Para los pobladores de Tocorón, el pueblo del municipio Zamora, no es secreto la procedencia de los pollos que se expenden los fines de semana. Se trata de cargas que roban a camiones en su desplazamiento por la Autopista Regional del Centro y en las carreteras del municipio, en las inmediaciones de Villa de Cura, San Francisco de Asís y la carretera Villa de Cura San Juan de los Morros.
Desde el Centro Penitenciario de Aragua el pran mueve los hilos con piratas de carretera que se apropian de la mercancía al estilo Robin Hood. No les interesan los camiones sino la carga.
Ya Carlos Contreras, representante de la Asociación de Transportistas de Carga Pesada en Aragua, denunció a mediados de julio el incremento en un 500% del robo de camiones y gandolas en las autopistas del país durante junio y julio. Específicamente en la Autopista Regional del Centro apuntaba que al menos se roban 40 vehículos diarios entre livianos y carga pesada en el tramo La Victoria y Las Tejerías.
Lorenzo corroboró que además de la compra de los alimentos regulados, hay hasta la oportunidad de compartir en familia en un restaurant.
“No serán de los mejores, pero la comida es buena y los mismos precios que se consiguen en la calle. Una parrilla, sancocho, ahí lo que más comen los familiares son sancochos y parrillas; y después cada quien para su casa en la tarde. Se pasa el día bien, visitas a tu familiar, compras lo que no consigues en la calle, comes en el restaurante y luego cada quien para su casa”.
El vocero admitió que los precios no son tan económicos pero dan la comodidad de encontrar todo en un mismo lugar, de manera que las fórmulas lácteas se ubican en Bs. 6.000 el pote; el papel sanitario y las toallas sanitarias en 1.000 bolívares cada paquete de cuatro rollos y seis unidades respectivamente. También hay desodorantes y champú de diferentes marcas que van desde los 2.000 a 3.000 bolívares, pañales cuya bolsa de 32 unidades se expende entre 6.000 y 7.000 bolívares.
En el lugar no se forman colas para comprar. Hay tantos puestos de venta como compradores que solo hacen la cola el sábado bien temprano para ingresar al penal. El queso llanero lo venden en 3 mil bolívares mientras que la oferta del día sigue siendo la carne de res, que dependiendo de las circunstancias, se puede conseguir desde 2.000 bolívares el kilo.
Al gran mercado popular penitenciario se suma el “banco” con el que cuentan los internos, un vende y paga que funge como centro hípico, además del zoológico de contacto y piscina donde los más beneficiados son los hijos de los reclusos, los restaurantes y la discoteca Tokio, que sigue siendo una de las más modernas del país.
El 6 de agosto del 2015 ya lo había anunciado el portal Runrun.es, donde se aseguraba que todos los alimentos desaparecidos de los anaqueles se conseguían en el lugar y que con todas las comodidades del recinto el único riesgo que corrían los visitantes es que se quisieran quedar.