CaracasA pesar de que ha habido esfuerzos desde las autoridades locales, la verdad es que Caracas aún está lejos de ser una ciudad amigable para los ciclistas.

Quienes deciden moverse en una bicicleta por Caracas, lo hacen por diversos motivos: salud, economía, recreación y, hasta en algunos casos, la apuesta a humanizar la ciudad, verla como una urbe de primer mundo; sin embargo, una vez que salen a la calle se encuentra con una realidad que los desanima.

Fallas urbanas

No hay suficientes ciclovías y las que existen no son respetadas por todos; ni los conductores ni los peatones caraqueños están acostumbrados a los ciclistas por lo que mantienen un comportamiento hostil hacia ellos. En algunos casos, esto deriva en accidentes. No existe un sistema para alquilar bicicletas con facilidad y el costo de una es muy elevado.

Aunque ha habido algunos tímidos intentos de parte de las autoridades locales por adelantar proyectos en este sentido, ninguno ha prosperado lo suficiente por no estar respaldado en un proyecto global de largo alcance.

La inseguridad resta puntos

Andrea Gómez es una joven de 24 años que solía moverse en su bicicleta a pesar de los temores de su madre, quien le decía que en la calle no respetaban a los ciclistas. Aunque no veía posible tener un accidente, lo que sí la hizo guardar su vehículo fue el robo del que fue víctima un amigo cercano.

«Iba saliendo en la mañana de Montalbán, en el mismo edificio donde vivo yo, y en el primer semáforo un tipo se le acercó y le dijo que se bajara. Él no quiso, entonces lo golpeó y lo bajó él mismo. En la cola de carros nadie hizo nada y él terminó todo moreteado», relata.

Luego de escuchar varias historias parecidas retomó el uso del Metro. «Pero nada como la bici», lamenta.

Alejandro Solé también tiene una bicicleta. Desde hace 1 año solo se mueve en ella.

«Es más rápido y más cómodo. No te calas los malos tratos de la gente en el Metro ni tienes que andar exponiéndote en una camionetica».

Conductas sociales

Pero para Solé lo más difícil ha sido el trato con la gente en la calle. Señala que los motorizados, sobre todo, no le dan paso y en algunas oportunidades hasta «te lanzan la moto», comenta. Aunque el trayecto que recorre diariamente es largo. Desde La Carlota hasta La Florida, solo le toma 30 minutos y es su forma de ejercitarse. Para evitar la contaminación, toma «caminos verdes», por donde no transcurran gran cantidad de carros y así deshacerse del smoke que a veces se le queda impregnado en la ropa durante todo el día.

Especialistas señalan que dice mucho de una ciudad, el espacio que ésta le da a sus peatones y ciclistas. Laura Cárdenas, estudiante del último trimestre de urbanismo en la Universidad Simón Bolívar.