Cristofer González ha pasado a la historia del boxeo nicaragüense al convertirse en el Campeón número 13, luego que hoy domingo venciera por nocaut al japonés Daigo Higa, haciéndose así del título de las 112 libras del Consejo Mundial de Boxeo.
El nicaragüense Cristofer González ganó por la vía del nocaut en el noveno asalto. González se unió a Alexis Arguello, Eddy Gazo, Rosendo Alvarez, Adonis Rivas, Luis Pérez, Ricardo Mayorga, Juan Palacios, Román “Chocoaltito” González, José “Quiebra Jícara” Alfaro, Eduardo Márquez, Byron Rojas y Randy Caballero como los pinoleros que se han coronado Campeones del Mundo.
Ese niño criado en la Colonia Nicarao por su mamá Julia González, quien vendió hot dog, gaseosa, chicha, melcocha y ahora trabaja de limpieza, preparó a un soldado dispuesto a conseguir su objetivo o morir en el intento.
La esquina de Daigo Higa no tuvo opción que detener las acciones. El Látigo ya se había crecido como una montaña, acechando constantemente al rival, defensa, recuperación, aguante y contundencia llevaron a Rosales González a la beatitud de las alturas. Su consigna era sencilla: morir matando o asesinar muriendo.
Por ese motivo, la esquina en el noveno asalto le dijo al réferi no más, mientras el pinolero le había perpetrado cuatro izquierdas repetidas al rostro de su oponente.
Así fueron las acciones
En el primer asalto Higa se vio mejor, pero el primer gran síntoma para el nicaragüense fue que no llegó a pelear en reversa, nada de huida, sino que se paró a golpear. En el segundo asalto, el nicaragüense hizo retroceder por primera vez de forma clara al japonés con una derecha fulminante, era el primer round en manos del pinolero.
Durante el tercer asalto, Higa conectó un gancho fulminante a los bajos de González. El Látigo absorbió el mejor golpe del pequeño monstruo y ripostó con su izquierda de forma repetida.
Cristofer González no bajaba el ritmo, sino todo lo contrario, envió a la basura el plan previo al combate de pelear en reversa. “La verdad es que no sentí la pegada. Por eso me volqué al ataque”, explicó. Con la sangre ardiendo invitaba a Higa a intercambiar sus mejores combinaciones.
Mantuvo iniciativa
El Látigo ganó el cuarto, quinto y sexto asalto. Mantuvo la iniciativa en cada uno de esos episodios, castigó con la derecha en recto, salía mejor parado en el intercambio y sobretodo, mostró una armadura de hierro en el costado de su hígado al resistir valientemente el gancho del excampeón.
En el séptimo y octavo asalto, Higa tuvo un buen repunte. Usó constantemente la mano izquierda sobre el pinolero, sin embargo González no cedía, no dejaba de lanzar golpes, no paraba de pensar en arrebatar ese cetro. Fueron asaltos complicados de elegir a un ganador, no obstante, la certeza del nipón pudo sacar ventaja.
Hasta que en el noveno asalto el muchacho de la Nicarao soltó a su verdadero monstruo. Combinaciones consecutivas sin retroceder que movieron la cabeza del rival como una pera loca. El Látigo salió de safari y encontró su recompensa. Su tío Rogelio ya fallecido lo había vaticinado: “Julia (mamá de Cristofer) este chavalo es quien te va a sacar de pobre. Cuando seas campeón yo no estaré para verlo”. Empieza la nueva página en la vida de González.