La belleza venezolana siempre ha sido reconocida, pero ahora las mujeres deben hacer magia para lograrlo debido a la escasez. Conseguir tintes para el cabello de marcas reconocidas en una odisea y comprarlos un lujo.
Atrás quedaron los tiempos cuando se compraban tintes para el cabello a módicos precios y su aplicación no derivaba precisamente en un estrellón del bolsillo.
Cambiar el color de la cabellera, aclararlo, hacer mechas, transparencias o simplemente cubrir las canas para lucir la belleza venezolana, se volvió cuesta arriba para muchas damas que vuelven a la naturalidad para no desequilibrar la economía familiar.
La importación de tintes trajo sus consecuencias: la escasez del producto de marcas reconocidas que anteriormente se encontraban en los anaqueles de las tiendas de cosméticos.
“Desaparecieron las marcas buenas y nos quedamos con puras marcas ‘acme’, pero cuando reaparecieron las marcas reconocidas, vinieron por las nubes”, comentó Glenda Ollarves quien comparaba precios de tintes para decidir si vuelve a cambiar el color de su cabellera.
En 2.000 y 2.500 bolívares se consigue cada tubo de tinte de casas comerciales reconocidas, por lo que una cabellera medianamente larga se lleva dos aplicaciones. ¿La inversión? 4.000 mil bolívares sin contar la mano de obra que por la medida más económica aumentaría todo el presupuesto a 5.500 bolívares.
“¡Más de la mitad de un sueldo mínimo, qué horror, qué abuso!”.
Ollarves aseguró que podría derribarse el mito de que la belleza venezolana es la más destacada del mundo.
“Es que ya ni maquillaje vamos a poder usar porque nada más un polvo facial de mediana calidad, pasa de mil bolívares”.
Gisela Quevedo es peluquera y desde hace 12 años montó su negocio en la capital de Aragua. Por pensar en el bolsillo de las mujeres que a lo largo de estos años le han dado para subsistir, tiene precios accesibles y una buena cartera de clientas. Aseguró que es cuesta arriba el trabajo en estos tiempos porque le ha generado pérdidas. Ahora las clientas deben llevar sus propios tintes cuando antes élla los vendía en el lugar. “Están muy costosos y no puedo comprarlos para revenderlos porque nadie los va a pagar”. A eso se le suma otro factor: las interrupciones del servicio eléctrico que en muchos casos la ha dejado con secados y planchados a medio terminar y sin poder cobrar.