La Banda El Juvenal tomó Barbacoas y mantiene azotado a su pueblo. La policía no tiene capacidad para proteger a los ciudadanos.
Barbacoas es un pueblo fantasma desde que la Banda El Juvenal mantiene en jaque a sus habitantes. “Es el pueblo del olvido, no hay ley, patrullaje ni gobierno” asegura uno de sus habitantes, cuyo nombre prefirió mantener en reserva por temor a represalias.
Explican los moradores que los robos están a la orden del día. Precisamente este miércoles se llevaron una camioneta propiedad de un habitante de la zona. A punta de pistola, señalan que la banda El Juvenal hace y deshace porque sus miembros no solo se dedican al robo, sino al cobro de vacunas.
“Aquí los policías son cuatro gatos. Quedaron en colocar un puesto de la Guardia Nacional en Paso de Cura, vía Altagracia, pero el problema es en Barbacoas y El Sombrero, y de aquí a que lleguen los Guardias Nacionales desde Paso de Cura, ya todo ha pasado porque los robos son a toda hora”, dijo otro habitante que también prefirió reservar su identidad. El temor a represalias es muy grande.
Pueblo a oscuras y sin agua
Para colmo, en Barbacoas no hay energía eléctrica a todas horas. Gladis S. asegura que, cuando cae la noche, el pueblo permanece a oscuras.
“Como una boca de lobo, el alumbrado público no funciona”.
Otro de los problemas que enfrentan sus habitantes es la escasez de agua potable. El servicio es inconstante y cuando finalmente aparece en los grifos, los moradores sostienen que parece una cloaca. El vital líquido procede de la represa de Camatagua que, según los habitantes, está seca por el fenómeno El Niño y a lo poco que queda no le hicieron tratamiento de potabilización.
Pueblo sin futuro, sin fuentes de empleo y sin alcalde
Con indignación, Anabel S. lamenta que Barbacoas sea un pueblo sin futuro. “No hay fuentes de empleo porque la empresa Del Campo, encargada de fabricar condimentos y única en la localidad, cerró hace dos años” explica.
Aunque los barbacoenses desconocen el motivo del cierre, trascendió que el cobro de vacunas cada 15 días para poder laborar, determinó que la fábrica desapareciera.
Sobre la gestión del alcalde oficialista Antonio Lugo, asegura Anabel que “le llegan los recursos pero no se invierten en el pueblo. El alcalde se compró dos gandolas para su uso personal, las casas se las dan a quien él quiere y los que verdaderamente necesitan viviendas tienen que seguir arrimados, no hay fuentes de empleo a menos que sea en la alcaldía, del resto hay que ingeniárselas para sobrevivir en el pueblo”.
En Barbacoas, quien tiene moto trabaja como taxista, el que tiene los recursos instala un puesto de alquiler de teléfonos o vende hallaquitas y arepas cuando consiguen la harina de maíz.
“Estamos en el pueblo del olvido en el sur de Aragua, se acuerdan de él solo cuando hay elecciones”.