«Tiemblo cuando el Gobierno decreta aumento de salario mínimo, porque todo se dispara» afirma la trabajadora Rosa López, quien confiesa que trabaja para medio comer.
Para Rosa López, quien trabaja como empleada en una tienda de bisutería, el aumento de salario mínimo en 30% que lleva de 11.578 bolívares a 15.051 bolívares el ingreso y a 18 mil bolívares el bono de alimentación, resulta un remedio peor que la enfermedad.
«Tiemblo cada vez que el Gobierno decreta aumento de salario mínimo, porque todo se dispara antes de que se haga efectivo y cuando llega el momento de cobrarlo se ha vuelto sal y agua».
López afirma que tiene un bebé de meses y que entre ella y su pareja tienen un ingreso de 60 mil bolívares mensuales, incluyendo «los tigres» o «rebusques» como venta de tejidos y servicio de moto taxi, pero aún así, hay días en los que no tienen ni para comer, porque hasta un kilo de harina de maíz que cuesta 19 bolívares, deben comprarlo en mil bolívares.
«Lo que ganamos apenas si nos alcanza para medio comer y garantizarle al bebé sus alimentos, pañales, así como algún medicamento de los que conseguimos,porque ni vitaminas hay», comenta.
«Sería mejor que el Gobierno garantice los alimentos y no decrete aumento de salario porque eso es combustible para la inflación».
Aunque poco causa impacto
Sobre el ajuste salarial de 30% decretado por el presidente Nicolás Maduro a propósito del Día del Trabajador, el presidente de la Cámara de Comerciantes e Industriales de Barcelona, Wael Raad asegura que aunque poco, causa impacto, porque para nadie es secreto que en el país no hay producción.
Refiere que en el caso específico del sector comercio, el año 2015 más de 100 establecimientos en el municipio capital cerraron sus puertas, otros habrían cambiado de ramo, al no contar con inventarios.
Añade que en lo que va de 2016 las perspectivas son peores porque a la falta de materia prima, se suma la inflación y ahora los racionamientos eléctricos que mantienen al borde de la quiebra a muchos comerciantes.
«No es fácil mantenerse de puertas abiertas cuando por un lado obligan a comprar materia prima a muy alto precio, porque no hay divisas y por otro, a sabiendas de que se está comprando de acuerdo a la inflación, cada día mayor, obligan a mantener el margen de ganancias en 30%».
Raad detalla que desde que el Gobierno decidió restringir la entrega de divisas para la compra de materia prima, deben hacer malabares para operar, adquiriendo los productos de contado, porque los proveedores no dan crédito. A ello según explica, se suman las 4 horas de racionamiento eléctrico diario y para cerrar con guinda, el aumento de salario de 30%.
«En realidad para el trabajador es muy poco si se compara con el índice inflacionario, ese ajuste de 115 bolívares con 75 apenas si le alcanzará a alguien para tomarse un café pequeño, pero para quien debe pagarlo es bastante, porque no hay producción y sin producción nadie gana y por el contrario, todos perdemos, porque se multiplica la inflación».Re