Apagones en Venezuela limitan aún más el ejercicio del periodismo en tiempos de inmediatez y sed de información.
Los apagones en Venezuela
es el tema que a diario discuten comunidades, sin embargo, el racionamiento eléctrico va más allá de quedar a oscuras: intenta arremeter aún más contra la labor periodística, caso puntual contra los profesionales quienes dependen del uso exclusivo de las tecnologías a través de la plataforma digital.
Los apagones en Venezuela parecen no limitarse a dejar a oscuras a comunidades, se trata además de apagones informativos obligados bajo figuras de racionamientos que dejan una serie de limitaciones en las redacciones de medios de comunicación.
Cuatro horas diarias pierden periodistas en la búsqueda de informar los hechos noticiosos que parecen no gustar a un gobierno nacional, que a juzgar por todas sus acciones contra ese sector, mantiene una guerra sin cuartel hacia profesionales de la comunicación y medios que no atienden a sus intereses.
Ya lo estableció el Instituto Prensa y Sociedad Venezuela (Ipys) en los análisis que año tras año ha levantado sobre el ejercicio periodístico. Desde el 2005, ha registrado 101 normas contra la libertad de expresión, 967 agresiones físicas contra trabajadores de la prensa y 600 usos abusivos del poder estatal.
El boom de las redes sociales, la plataforma digital, estar informado prácticamente en tiempo real sobre los hechos dentro y fuera del país es algo común para el resto de la humanidad, menos en Venezuela.
Los apagones en Venezuela crean una realidad periodística de mayor sacrificio. Ya no es solo enfrentar agresiones de calle por grupos que no toleran el ejercicio libre de la profesión, sino que además, el periodista venezolano enfrenta la agresión de quedar a oscuras y limitar en casi el 100 % de los casos, el desarrollo normal de la actividad periodística.
“Trabajar el periodismo digital es una suerte de astucia y agilidad”
Gabriela Aguilar es licenciada en Comunicación Social, con 18 años de ejercicio de la profesión periodística. Labora como corresponsdal en Aragua para la página web El Pitazo.
La periodista depende 100% del Internet, por consiguiente, de la energía eléctrica.
“Cada vez que se va la luz debo enviar videos, audios y notas. Mi sede puede ser mi casa o la oficina de publicidad donde también laboro. En ambos sitios me cortan la luz, el modem se daña, tengo que rezar un rosario para poder seguir laborando en Internet”, comentó la profesional quien aseguró que hay informaciones que requieren ser enviadas a la plataforma de manera urgente, sin embargo, puede tardar horas por causas que solo atañen a las fallas eléctricas.
Pero como ella asegura, se trata de una batalla continua entre la agilidad, la tolerancia y astucia. Se trata de darle la pelea a los apagones en Venezuela.
Pudiera usar la herramienta WhatsApp para el envío de las informaciones, sin embargo entra otra disyuntiva: se consume todo el plan de datos, en consecuencia, el sueldo.
“Entro en angustia porque sé que la información debe salir de inmediato, entro en desesperación, es demasiado estresante no contar con sitio con Internet seguro, porque ir a un cyber también incrementa mis costos operativos. Es una odisea ser periodistas de medios alternativos online en estos momentos con tantos apagones en Venezuela”, expresó
En consecuencia, Aguilar ha optado por estar frente a un hecho noticioso y hacer la fotografía, video y montar la nota de inmediato para asegurar un breaking news en el portal y luego ampliar la información. Todo esto para hacer frente a la grave situación de los cortes eléctricos.
Asegura que decepciona querer hacer el trabajo y estar limitado estructuralmente más allá de las limitaciones que imponen las agresiones y el silencio absoluto de las fuentes oficiales. Asegura que a pesar del sesgo informativo que existe en Aragua, no le intimida gobierno ni malandros y se define como enamorada de la profesión y así la ejerce.
“En muchas ocasiones tengo la nota editada, solo me falta renderizar (colocar un cierre a la información y hacer solo clic para enviar), cuando llega el apagón. El trabajo se pierde, pues no toda las computadoras no cuentan con sistemas para edición. Intento organizarme, salir más temprano a trabajar o adelantar pero, no he logrado ajustarme. El trabajo que he logrado es a dura penas, con las uñas, arrancándome los pelos”, relató la periodista.
Aseguró Aguilar que no todos los trabajos los ha logrado cumplir porque han quedado inconclusos, pero eso solo representa un 20 %. «Faltan datos, fuentes por el sesgo que hay, no me intimida ni gobierno ni malandros, amo a esta profesión y así es que la ejerzo».
“En tiempos de sesgo y racionamiento, la profesión es una suerte de paciencia, tolerancia, acuciosidad, inteligencia y mucha astucia para que todos esos elementos no te tumben el trabajo”, concluyó.
“Racionamientos eléctricos propician exclusión de periodistas digitales”
Arlet Vitanza tiene 12 años de ejercicio de la profesión periodística tras su egreso de la Universidad Bicentenaria de Aragua. Luego de patear la calle como periodista de medio impreso, desde el 2014 inició el trabajo remoto con Giztab, una revista especializada en tecnología con sede en España, trabajo que compartió también con la revista iberoamercinana Latinamente.com y más recientemente con Bilua, también en España, un portal de comercio electrónico.
“Si nos vamos a la realidad patria, son las limitaciones de energía eléctrica que nos afecta la labor. Hoy es más acentuado el racionamiento de la energía eléctrica pero ya tenemos tiempos con el mismo problema, no tan agendado como antes. Desde el 2006 se va la luz recurrentemente donde vivo, pero ha empeorado. Pero desde marzo o abril de 2014 los apagones en Venezuela ya eran constantes. Afortunadamente en España están al tanto de la realidad criolla y la consideración contribuye. Nuestra conexión Internet es terrible”, dijo la comunicadora.
Su labor se ve más limitada desde hace poco más de una semana cuando se registró el incendio a la sede de Cantv Las Acacias, donde se ubica el servidor que le proporciona el servicio ABA. Religiosamente a las 12 de la medianoche queda sin conexión.
“Las cuatro horas que me quitan en el día por racionamiento ni siquiera puedo recuperarlas en las madrugadas porque no hay Internet. Tengo un retraso en la entrega de al menos 30 pautas que no he podido entregar», detalló Vitanza.
Otro fenómeno se suma a la realidad de los periodistas en nuestro país: la exclusión por los apagones en Venezuela. Ofertas excluyen a periodista del interior del país y se pide que residencien en la capital porque allí no hay racionamiento.
La periodista condenó que no exista la solidaridad criolla en estos casos entre colegas, pero aplaudió que desde España sí solidaricen con el problema que se registra por los constantes apagones en Venezuela. Vitanza aseguró que ni siquiera durante el paro petrolero de 2002, a pesar de las agresiones a periodistas, no había problemas en Internet.
“Con el periodismo digital no me golpean ni me insultan en la calle, pero la patria no me ayuda, me retrasa el trabajo. Tenía un proyecto en Panamá, desarrollaba web y el hosting lo contraté con servidor de Estados Unidos, pagué el primer año. Cuando se me iba a vencer el año no lo pude hacer por bloqueo de divisas. Para emprender en Venezuela es un rollo, acá es extremadamente costoso, al final perdí mi dominio y mi página se fue”, dijo la periodista.
“Un reportaje en profundidad que elaboraba en día y medio pasa a tomarme cinco días”
Jeanfreddy Gutiérrez es uno de esos jóvenes periodistas que investiga, lee y escudriña desde mucho antes de graduarse en la Universidad Bicentenaria de Aragua en el 2006.
Las estadísticas son parte de su quehacer diario y labora como periodista de datos en el portal www.elcambur.com.ve, lo que ejerce a la par como corresponsal para es.mongabay.com y facilitador de talleres de periodismo para A.C. Medianálisis. Fue jefe de la página web del diario local El Periodiquito, pero antes trabajó en NoticiasCentro.com, Musica.com.ve e incluso tuvo una sección en la página web de La Mega 96.5 FM de Maracay. Siempre ha estado ligado al periodismo digital.
M.R.: – ¿En algún momento los cortes programados te han afectado tu trabajo… de ser cierto, de qué manera?
J.G.: -Muchísimo. Un reportaje en profundidad que podía dedicarle un día y medio, ahora puede requerir hasta 5 días porque se retrasan varias de las actividades comunes: investigar por Internet, descargar y subir videos a Youtube, utilizar herramientas en línea para hacer infografías y subir las notas a la web. ¿Por qué estoy inactivo cuando no tengo conexión?… porque se fue la luz en Turmero, lo que me dejó sin cable e internet porque allí está la sede de mi proveedor, y luego cuando no hay luz en mi casa tampoco puedo hacer nada.
M.R: – Alguna experiencia particular que te haya tocado vivir en ese proceso
J.G.: -Hemos tenido que prescindir en El Cambur de las revisiones previas para la publicación de trabajos, pues se aprovecha que exista Internet y luz para subir información apenas se tenga, elevando la exigencia de autoedición y la revisión colectiva por parte de los editores.
M.R.: – ¿Has tenido que aplicar alguna estrategia para cumplir con tu trabajo?
J.G.: -Lo que hago comúnmente es que cuando tengo Internet descargo: informes, estudios, libros y memorias en PDF, abro muchas ventanas con tópicos de investigación para que permanezcan los textos cuando no estén en línea y usar Word como un editor CMS en que introduzco enlaces de inmediato. Así también uso la noche para descargar videos de declaraciones oficiales. Como estoy trabajando en un nuevo proyecto que incluye videos, los edito solo cuando no hay Internet como parte de mi agenda «offline».
M.R.: -¿Qué significa para un periodista venezolano el racionamiento eléctrico?
Es la ampliación del bloqueo informativo. No solo hay miles de páginas webs bloqueadas, canales que salieron del aire y una banda ancha que limita las posibilidades de utilizar la tecnología, sino que ahora se suma un apagón que como en mi caso te ralentiza hasta en un 400%. Eso además implica incumplimiento de metas, reducción de tareas y objetivos, y sumarse a la desinformación.