En Venezuela la crisis está en todos los espacios, ante lo costoso de seguir manteniendo mascotas en el país, muchos las han dejado abandonadas a su suerte, incluso algunos animales han enfermado o muerto por esta causa.
Una vida de perros es la que llevan muchas mascotas en Venezuela. Para los animales domésticos la crisis también llegó con voracidad, sus amos los abandonan cuando no consiguen quien los adopten, porque no pueden pagar el mantenimiento, de un animal, como antes lo hacían.
Relata Honoria Contreras, que debe andar con la constancia de vacunación de su perro en la cartera, para que cuando consigua la perrarina se la vendan, de lo contrario no es posible. Además, la venden racionada, sólo una bolsa por persona.
“Es cara. Me ha pasado que no la puedo llevar cuando consigo bolsas de 4 kilos, porque cuesta 3.600 Bs, de la marca que más gusta”.
Una bolsa del producto para el perro, equivale a unos 11 días de trabajo devengando un salario mínimo. Es decir, casi una quincena de salario de Venezuela, sólo en cuatro kilos de perrarina, sin sumar el mantenimiento del pelo de la mascota, medicamentos y consultas, si es necesario.
“Una visita al veterinario, lo mínimo es mil 500 bolívares la consulta. Yo voy a un médico que cobra eso, es el más económico que hay y me atiende bien al perrito”, dice Contreras.
El champú para la mascota, son 900 a 1.200 bolívares más, además de otros implementos que requiere una mascota, en este caso los perros. Pero con el resto de especies es similar, y muchos propietarios los abandonan o cambian los hábitos alimenticios al no poder comprar la comida apropiada, por los precios elevados y la escasez.
Hasta 2500 Bs. por corte de pelo
Hasta Bs. 2500 por un corte de melena del perro, cobran en San Cristóbal, estado Táchira. Si el animal es pequeño como uno de raza Poodle lo peluquean en 1600 Bs, si el animal es de mayor dimensión, aumentará el valor del servicio.
El kilo de perrarina puede costar entre 800 y 1100 bolívares el kilogramo, de acuerdo a la marca. La perrarina y el resto de alimentos para mascotas también es escasa, y se hacen enormes colas en tiendas de mascotas cuando llega el producto.
Una historia sin final feliz
Lixeth Valero dice que tiene dos perros de raza Poodle: “Copete y Jessi. Yo no trabajo, mi esposo lo hace sólo. Aunque tiene un trabajo donde gana más que el promedio, no nos alcanza sino para lo muy básico. Hace 22 días recibí un perrito, porque quien lo tenía lo dejó en la calle para que alguien pasara y se lo llevara. Yo lo recogí y mi esposo se molestó, porque tres perros en un apartamento pequeño es difícil”.
Conoció que el perro había quedado al cuidado de un anciano, luego de que su hija y dos nietos que consentían mucho el animal, se fueron del país. Trasladarlo es muy costoso.
“El perro se veía muy triste desde que me lo traje a casa. A los 15 días le dio un ataque raro, lo llevé al veterinario, lo dejaron hospitalizado. No tenía remedio, el médico aconsejó ponerle una inyección, no orinaba ya. Sus riñones estaban destruidos. Le compré la inyección y me dieron su cuerpito. Según dijo el veterinario, la depresión, más los malos tratos que pudo haber sufrido con alguien que no lo quería, desencadenaron su enfermedad y muerte”.
Narra Valero que el perro de raza Beagle, al que llamaban Scott, sólo en 15 días debieron invertirle unos 22 mil bolívares. Entre tratamiento, veterinario, comida que compartía con los otros animales en casa, hospitalización y finalmente la inyección que solicitó el médico para hacerlo dormir para siempre.