En Táchira más de la mitad de unidades dejaron de funcionar por falta de repuestos, las que funcionan lo hacen con fallas y circulan abarrotadas. Los conductores amenazan con detenerse por lo difícil de seguir rodando.
Casi todas son chatarras. Andan remendadas con lo que quitan a otros vehículos. Así circula el transporte público de Venezuela y en el estado Táchira. Se han detenido un 60% de autobuses, y desde hace más de 7 años no tienen oportunidad los transportistas, de renovar su flota.
La crisis obedece a la falta de repuestos para los vehículos, lo que ha provocado que más de la mitad de la flota de muchas líneas que cubrían el servicio en el Táchira, hayan dejado de funcionar.
El presidente encargado del Sindicato del Transporte del estado Táchira, Víctor Velazco dijo que la situación es grave, y la carencia de repuestos de todo tipo como cauchos, baterías y piezas mecánicas les impide trabajar.
Aún contra la voluntad de los transportistas, que viven de lo que generan a diario con su trabajo, refirió el representante sindical que pudieran paralizarse definitivamente antes de concluir el año 2015.
Las reuniones con funcionarios del Gobierno, como el gobernador del Táchira Vielma Mora y otros, no ha permitido llegar a soluciones sobre el problema que plantean, pero tienen previstos otros encuentros, dijo Velazco esperando que sean más efectivos que los ya celebrados.
Abarrotadas unidades de Táchira
Otra realidad que muestran las unidades de transporte público en el Táchira es el abarrotamiento de personas. Al disminuir la cantidad de camionetas que prestan el servicio, y aumentar el número de personas que usan éste, el colapso es evidente.
Afirma Luxi Medina, una usuaria, que en su caso particular sufre mucho todos los días esperando su autobús, porque siempre pasa muy lleno en horas pico.
“Debo esperar que se haga más tarde para abordarlo, pasadas las 6. Pero a esa hora es más peligrosa la inseguridad, porque los malandros se suben a atracar”.
Medina cuenta que ella tiene vehículo, pero el motor se fundió y no pudo repararlo desde enero pasado.
“Es muy costoso, imposible arreglarlo, a pesar de que ganó dos salarios mínimos y no tengo hijos. Ni siquiera guardando todo el salario podría reunir, porque no hay repuestos y sí se consiguieran, no hay forma de pagarlo. Así que debo usar buseta, pero no me acostumbro el servicio, es muy malo”.