De existir una carretera en el mar Caribe desde la costa de Falcón hasta Curazao tomaría 5 minutos el recorrido en carro. Hay zonas desde donde se aprecia el emblemático faro en la isla de Klein, para muchos representa la oportunidad de lograr lo que en Venezuela no hay: calidad de vida, trabajo, o simplemente comprar alimentos sin limitaciones.
Por Lenín Danieri
Habitantes de los municipios costaneros del estado Falcón arriesgan sus vidas cruzando en chalanas para lograr entrar de ilegales a Aruba o Curazao y trabajar en cualquier oficio.
María fue uno de los tantos clientes de quienes se dedican al transporte marítimo ilegal; pidió proteger su identidad, ese es el nombre que usamos para ella. Cuenta que durante la travesía, antes de salir de aguas venezolanas, van a toda velocidad pero al llegar a las curazoleñas deben reducirla considerablemente para evitar ser detectados por los radares, eso en una oscuridad absoluta. En su caso cuando le tocó viajar, el mar estaba agitado y las olas cubrían por metros la embarcación. Por momentos pensaba si sería la última vez que vería a sus hijos; ellos fueron la razón principal del viaje. Sin comida ni trabajo prefiere arriesgarse en el mar a quedarse a verlos padecer, y más cuando ya están por iniciar las clases. Admite que no les había comprado aun ni los lápices.
María, como muchos igual a ella, vive en las solitarias calles de La Vela de Coro en el estado Falcón. Llegó a la isla y trabajó unos días, fue detenida y deportada días después. Ya con su familia entre risas nerviosas piensa el enorme peligro que paso mientras salía a buscar un sueño.
“Uno cuando se monta ahí ya se prepara psicológicamente para dos cosas: en cualquier momento tú puedes morir o puedes llegar allá”.
La “visa para un sueño” que se desvaneció en el mar
El caso de Saribel Cordero es aún más triste, ella pertenece a una de las tantas familias desmembradas por la actual situación del país. Hace un año su hermano William Cordero, junto a 5 personas más, desaparecieron en el mar. Iban en embarcación llamada La Realenga, era barbero y lo esperaban para trabajar en Curazao, se llevaba hasta la máquina de afeitar nueva. Seis personas que simplemente se desvanecieron en el horizonte. Solo quedó el recuerdo de verlos ir, y los mensajes de texto antes de perder la cobertura “mamá no me escriba, después te, no te puedo responder y de ahí no supimos más nada de ellos”, confiesa su hermana. La denuncia reposa en los organismos competentes pero por alguna razón la policía no investiga y los familiares temen se deba al enorme poder económico de las mafias dedicadas a movilizar ilegales. De hecho Saribel decía que había un funcionario quien intentó ayudarla, varias veces le admitió que había “demasiadas irregularidades”. Semanas después fue cambiado a otra dependencia
La necesidad de buscar “una visa para un sueño” así sea temporal, tiene sus efectos, entre ellos generar todo un negocio que busca burlar las normas migratorias. Con las venezolanas es sencillo porque se soborna o se aprovecha la poca vigilancia, pero con las internacionales ya es otra cosa, y para hacerlo deben endeudarse. Tal como alquilar un carro, hay quienes rentan moneda extranjera para así lograr en anhelado ingreso, los intereses se pagan con trabajo. Andrés Eloy Lovera quien vive en La Vela de Coro dice que con tan de pasar se hace lo que sea. “Cayó en tener que alquilar dólares, porque como te exigen mil dólares las autoridades de migración allá para poder entrar, entonces tuvo que alquilar”.
La búsqueda de oportunidades
En los años 40 Venezuela sirvió de albergue para muchos inmigrantes, personas de todas partes del planeta llegaron a considerarla la “tierra de las oportunidades”. Hoy los nietos de quienes llegaron en ese entonces se van. David Capiello estudia medicina y hace obras de arte. No creía en eso de “irse demasiado” hasta ahora. Se va unos meses para ver si en otras naciones aprovechan el potencial que como joven puede aportar. Contaba como muchos de sus compañeros que son promociones universitarias, están fuera de Venezuela. ¿Razones? Sobran dice.
“Si yo me voy a Curazao o a otro país, lo que quizás aquí me puedo hacer en un año, allá me lo hago en una noche”.
Falcón al igual que otras partes de Venezuela paulatinamente han ido perdiendo personalidad, sitios que antes identificaban estas regiones lucen cerrados ante la imposibilidad de operar, eso genera desempleo y pocas oportunidades. Una de las razones por las cuales muchos atraviesan kilómetros de mar para lograr un objetivo, hasta cierto punto elemental, crecer y evolucionar.